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Una saga islandesa en autocaravana 61. El lago Lagarfljót II.


Nos infiltramos entre los árboles y bajamos hasta la orilla para poder contemplar el lago en su totalidad. El agua ofrecía un aspecto turbio a consecuencia de los sedimentos glaciares. Curiosamente, no se congelaba en invierno, quizá por estar sobre una superficie caliente que provocaba borboteos que nosotros no pudimos ver.
Uno de los atractivos del lago es su monstruo, que responde al nombre de Lagarfljotsormur, el gusano de Lagarfljót, al que se ha comparado con el monstruo del lago Ness, en Escocia. Ha sido avistado desde 1345 y hasta fechas recientes. Quizá viva en las profundidades, a 112 metros, lo que le situaría 90 metros por debajo del nivel del mar. Cuando asoma por la superficie se considera de mal agüero. Para algunos, se trata de una mezcla de restos y desechos flotantes con mucha imaginación.

Según la tradición, una madre entregó a su hija un anillo de oro. La niña preguntó cómo podía sacarle provecho y le dijo que colocara encima un lingworm, un gusano o serpiente peculiar. El animalito creció tan desproporcionadamente que la niña se asustó y arrojó al lago el bicho y el anillo. El monstruo se acomodó a su hábitat y, aunque era muy temido, nunca causó daño a nadie.
Cerca de la carretera avistamos varias casas. Dos escuelas se convertían en verano en hoteles. El lugar era muy popular en la época estival.
No nos produjo una especial impresión esa parte del recorrido. Cruzamos al otro lado y buscamos otros atractivos que ofrecía el lago.

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