Una de las joyas de aquella jornada fue el Parque Nacional Skaftafell, que formaba parte del Parque Nacional Vatnajökull. Por supuesto, era muy popular, ya que ofrecía varias rutas de senderismo de diferente dificultad.
Entramos en el centro de visitantes y nos informaron de las rutas que incluían la cascada de Svartifoss y otras como Heygötufoss, Thjófafoss y Hundafoss, glaciares y espectaculares vistas de las montañas o del llano de lava por el que habíamos conducido.
Iniciamos el ascenso con decisión. El camino estaba bien conservado y en ocasiones se vislumbraban algunos de los atractivos que anunciaban: una cascada, un glaciar, el monte de matorrales verdes.
La caída de agua de Svartifoss, la cascada negra, era bastante alta. Lo que la individualizaba era el amplio arco formado por las columnas de basalto, como los tubos de un órgano, como se comentaba y era fácil de percibir. El agua acentuaba el color negro del basalto. La gente intentaba acercarse a la cola de caballo para inmortalizarse.
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