El pescado islandés, que sigue
siendo una de las principales y tradicionales fuentes de riqueza del país, y la
principal exportación, como mucha diferencia, a nuestro país, empezó a ser una
mercancía muy apreciada en Europa hacia principios del siglo XIV. Siglos
después, otros estados ambicionaron las importantes pesquerías y buscaron
establecerse en sus costas e islas, lo que provocó conflictos con sus vecinos
dispuestos a una invasión económica. Y uno de esos imprescindibles enclaves
pesqueros se encontraba en las islas Vestmannaeyjar.
Por la carretera 254, a la
altura de la cascada Seljalandfoss, se bajaba a la costa y en Landeyjahöfn se
tomaba el ferry hasta la isla mayor y la única habitada, Heimaey. Nosotros no
realizamos ese recorrido y las contemplamos, cuando fue posible, desde la
lejanía.
El nombre del archipiélago
significaba los Hombres del Oeste. En tiempos de la época del Asentamiento,
Ingólfur Arnasson y su hermano de sangre Hjörleifur buscaban un lugar donde
establecerse en Islandia. Varios esclavos irlandeses de Hjörleifur se rebelaron
contra él y lo asesinaron junto a otros de sus hombres. Aquellos esclavos se
refugiaron en las islas. Ingólfur los buscó y ejecutó su venganza y denominó a
estas islas en que se habían refugiado las islas de los Hombres del Oeste, en
referencia a aquellos irlandeses rebeldes.
La formación de las quince islas
y otros múltiples islotes y escollos se remonta entre el final de la Edad de Hielo
(hace unos 10.000 años) y 1963, en que una erupción afloró desde el mar la isla
de Surtsey. Su población era de unos 5000 habitantes y daba cobijo a miles de
aves. Esas aves y sus huevos, junto con la pesca, fueron la base del alimento
de la población.
A principios del siglo XV
empezaron a llegar barcos ingleses atraídos por los bancos de bacalao producto
de las migraciones invernales. Cada año acudía un centenar de embarcaciones que
establecieron una estación en las islas y en otros lugares del sur. La
presencia de los ingleses originó varios conflictos. En 1425, capturaron al
gobernador y le trasladaron a Inglaterra, donde tuvo que presentar una queja
formal alegando que habían fortificado la estación pesquera y casi habían
exterminado a la población local en algunas zonas rurales. Se les acusaba de
secuestrar a los niños, aunque parece que era una práctica habitual la venta de
los hijos por sus padres, según leí en la Breve
historia de Islandia, de la que extraigo algunos datos.
Aquellas fricciones provocaron
una guerra con Dinamarca (desde 1394, por la Unión de Kalman, Islandia era una
posesión danesa) que duró cinco años.
En la segunda mitad del siglo XV
irrumpieron los alemanes, que décadas antes compraban el pescado a los
noruegos. Los alemanes entraron en conflicto con los ingleses. Los daneses
tomaron parte en la mayoría de los casos del lado de los alemanes. En 1543-44,
la Corona Danesa atrapó 65 navíos alemanes que faenaban en sus aguas. En 1558
los ingleses fueron definitivamente expulsados y se incautaron sus bienes. Las
islas pasaron a ser propiedad de la Corona. Empezaba el periodo de aislamiento
impuesto por los daneses.
No terminaron ahí las
desventuras de las islas. En 1627, piratas turcos alcanzaron las costas del sur
y el este de Islandia y, por supuesto, las islas. Saquearon las granjas y las
aldeas, asesinaron a todo el que se resistía y se llevaron un importante botín
de doscientos esclavos que fueron vendidos en el mercado de Argel. Un pequeño
contingente fue rescatado años después. No he podido averiguar si los piratas
norteafricanos alcanzaron Islandia por casualidad, desviados de su ruta por los
vientos y las tormentas, o fueron atraídos por unas supuestas riquezas. Los
esclavos nórdicos eran muy apreciados y solían ser moneda de cambio para
adquirir mercancías de oriente, como la seda.
La última desgracia fue la erupción
de 1973, que obligó a evacuar toda la población de Heimaey y que sepultó un
tercio de la ciudad que lleva el mismo nombre que el archipiélago.
Un lugar idílico con un pasado
terrible.
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