Nos encontrábamos en la zona
donde transcurre una de las sagas islandeses más importantes: la saga de Njáll.
Las sagas se consideran un precedente de la novela moderna a la que se
adelantaron unos dos siglos. Fueron escritas entre finales del siglo XII y el
siglo XIII. Influyeron en autores contemporáneos como Borges o Hemingway.
Las sagas suelen ser
truculentas, cargadas de violencia, venganza y odio, un poco como los
culebrones modernos, salvando las distancias. La de Njáll gira en torno al
enfrentamiento entre dos familias o clanes, lo que me recuerda un poco a la
epopeya india del Mahabaratta. Al final muere hasta el apuntador. No es de
extrañar que los productores de Juego de Tronos
se desplazarán hasta estos lugares para la realización de algunos capítulos.
Para los amantes de la serie hay una ruta de lugares islandeses que sirvieron
para ambientarlos.
No estábamos lejos de Stong. Continuamos
por la carretera 32 en dirección noroeste y tomamos un desvío hacia la
izquierda. Un cartel advertía que el camino sólo era apto para todoterrenos. No
obstante, como el primer tramo no estaba muy mal nos adentramos en el mismo, aunque
tuvimos que desistir en la primera cuesta que presentaba unos peligrosos
baches. Aparcamos y subimos caminando. El paisaje no decepcionaba. El río
giraba hacia la derecha para ocultarse después tras una colina. Al frente, se
ofrecía un paisaje lunar de dramática belleza amplificada por el cielo
cubierto. Era un extenso campo de lava que se elevaba en sucesivos montículos.
El viento penetraba en nuestros oídos.
Caminamos algo más por si
hubiera la posibilidad de atisbar los restos arqueológicos. Imposible.
En el año 1104, una erupción del
volcán Hekla arrasó el valle del río Thjorsá y una veintena de granjas quedaron
cubiertas por la ceniza. La ceniza permitió su conservación. Cuando los
arqueólogos empezaron las excavaciones desenterraron unos cuarenta edificios en
la zona. La única granja que permaneció descubierta fue Stong. El resto fueron tapadas
nuevamente. En 1974, con motivo del 1100 aniversario del asentamiento en
Islandia, se construyó una réplica de la casa de esta granja que perteneció a
Gaukur Trandilsson, aquel vikingo del que hablamos en el promontorio de
Gaukshöfdi. Aquellos trabajos permitieron conocer mejor la vida de los vikingos
en aquella época.
Además de sus valores
históricos, Stong ofrecía dos premios para los que se aventuraban hasta la
zona: el valle de Gjain y la cascada Háifoss. El valle era una hermosa sucesión
de pequeños lagos, ríos y cascadas donde destacaba la cascada Gjarfoss, formada
por el río Raudá o río rojo. Háifoss era la segunda cascada más alta del país,
con 122 metros, aunque suponía una larga caminata de varias horas. Todo ello
quedará para otra ocasión.
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