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Una saga islandesa en autocaravana 22. El mirador de Gaukshöfdi.



Regresamos a la carretera 30, pasamos Brautarholt y nos desviamos a la 32 hacia Arnes. Penetramos en las llanuras del río Thjorsá y los campos de lavar de Thjorsáhraun, que fueron el resultado del mayor flujo de lava desde la Edad del Hielo. La zona era poco visitada, probablemente porque suponía alejarse de la carretera de circunvalación (la N 1), hacia el interior. La guía hablaba de “paisajes ribereños de aspecto prehistórico”. También se sucedían las granjas con sugestivos prados donde pastaban tranquilamente las ovejas, los caballos y las vacas.

La llanura provocaba un avance pausado del río, que quedaba a nuestra derecha, como si estuviera cansado o vagueara para ralentizar su llegada al mar. Más allá, las montañas, quizá Búrfell. El cauce se adornaba con islotes bajos.
A nuestra izquierda apareció un promontorio que ofrecía unas espectaculares vistas del valle. Se trataba de Gaukshöfdi, que recibió su nombre de Gaukur Trandilsson, que vivió en el siglo X en la granja de Stong. En la Saga de Njáll se describe su muerte a manos de su hermanastro Asgrimur Ellidagrimsson en un duelo. Gaukur sedujo a la hermana de Asgrimur, mancillando su honor. En el siglo XIX encontraron en la base huesos y armas que probablemente pertenecieron a Gaukur.

El paisaje nos había seducido desde la carretera. Desde aquel privilegiado mirador cargado de historia mejoraba la perspectiva, a pesar de que las nubes habían ido cubriendo el cielo. El río se divertía en el llano trazando travesuras en forma de meandros, islas aluviales y charcas que brillaban como espejos. El verde se alternaba con la oscuridad del campo de lava. Aquel paisaje merecía el desvío de la ruta principal.

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