La sorpresa del sábado por la
mañana es Motilla del Azuer. El Azuer es un río de algo más de 100 kilómetros
que traza su cauce, en verano, seco, por varios pueblos de Ciudad Real.
El término mota o motilla se
refiere a una elevación del terreno, un pequeño montículo que se alza en la
llanura y que es obra del hombre. Habitualmente, eran pequeñas fortalezas que,
con el tiempo, colmataban, se derruían, y que los agentes climatológicos
cubrían hasta formar esas pequeñas colinas.
Nos situamos en la Edad de Bronce,
hacia el 2200 a. C. Esos asentamientos defensivos permitían dominar un área que
se explotaba de forma eficaz, intensiva, por un colectivo de algo más de cien
individuos. Estaban separados por unos cinco kilómetros o algo menos. Dan
cuenta de una organización avanzada. En el área de Daimiel hubo ocho, mientras
que en toda La Mancha se contabilizan treinta y dos. Contrastan con los pueblos
en altura.
El primero de esos asentamientos
se encuentra en la calle Motilla, de Daimiel, que provoca una ligera cuesta. El
segundo está en el campo a medio camino del yacimiento arqueológico,
distanciado unos doce kilómetros. Los campos son de cereal o de viñas. Quizá
hace cuatro mil años hubo pequeños bosques mediterráneos, de encinas. Quizá el
panorama no fuera muy diferente al actual.
Las principales fuentes de
riqueza eran los cultivos de trigo y cebada, posiblemente alguna legumbre y
pequeños rebaños de ovejas y cabras, algún caballo o perro, que también servían
de alimento. Los excedentes se intercambiaban mediante trueques. Se ha
descubierto algún utensilio de marfil que tuvo que venir del norte de África.
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