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La comarca de los Serranos 18. El desfiladero de Tormagal y el embalse de Buseo.


La carretera se adapta al tajo geológico y me introduce por las montañas. Dan respeto con sus rostros hieráticos. La caída hacia el río (el Reatillo) es esplendorosa.
Al otro lado del desfiladero (ideal para cualquier emboscada) se ofrece una amplia vista del embalse de Buseo, construido entre 1903 y 1915e y que remansa las aguas del Reatillo. Es una zona de recreo y dan ganas de entregarse a la molicie, pero queda mucha belleza por descubrir. Las montañas que forma ese enorme recipiente están forradas de árboles tupidos. Vetas de roca viva rasgan el verde oscuro de sus copas. Las nubes se resisten a remontar el vuelo y se enganchan en lo alto de las cumbres. Pongo pie a tierra para deleitarme con esa estampa que me regala la mañana.


Toda la zona conforma el Parque Natural Chera-Sot de Chera. No les falta razón para protegerla porque su importancia ecológica es evidente y hay que preservarla de la especulación y del turismo que se olvida de la sostenibilidad.


El ámbito goza de un punto salvaje. Ayer por la tarde, durante el diluvio, me crucé con poquísimos coches. Hoy la tónica es la misma. En otra parada, coincido con unos moteros de estética Easy Rider que me piden que les haga una foto. El mirador que hemos elegido resume los elementos que configuran el paisaje: el río en la profundidad oculta, las montañas que arrojan al abismo los estrechos valles, la roca que parece agresiva pero que duerme plácidamente bajo el cielo grisáceo, los árboles que trepan por todas partes, las flores de primavera que rompen la homogeneidad verde, las torres de electricidad que son la concesión al progreso, las curvas que conducen al siguiente destino. Lo que ayer era una pesadilla por las condiciones meteorológicas hoy es un fabuloso regalo que me encanta y dilata mi corazón.



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