Conduzco por la comarca de los Serranos
o la Serranía, por el Alto Turia, al noroeste de Valencia, cerca de Cuenca y
Teruel, una zona de montaña y bosque, de escasa población y abundante agua que
se suministra a la capital. Uno de los dos grandes embalses es el de Benagéber.
La zona es un buen destino
turístico y vacacional por su tranquilidad y hermosura. Junto al embalse hay un
centro de vacaciones que da servicio a los visitantes. Sin aglomeraciones.
La presa se inició en 1932, pero
la guerra Civil paralizó su construcción, que fue reanudada en la siguiente
década. El trabajo que ofrecía motivó la construcción de un poblado que contó
con unas 1800 personas. Adosada a la montaña permanece la cementera de la que
se extrajo el material para el pantano. Siguió utilizándose hasta la década de
1970. Después fue abandonada. La gente se marchó del poblado y regresó el silencio.
Como mejor se contempla es en el descenso hacia el salto de agua encajado en el
desfiladero. Allí disfrutan del entorno unas familias de excursionistas. Una
virgen se alza en uno de los extremos.
Rodeo el pantano, lo que implica
una nueva subida con las aguas a la izquierda. El sol ha despejado sus dudas.
Ha quedado una mañana luminosa que resalta los colores del agua, de las
montañas y el verdor primaveral. Paro y lo observo todo con tranquilidad,
regodeándome en el paisaje.
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