Hago
el regreso por la misma ruta hasta el desvío que marca la dirección hacia
Isora. La carretera es estrecha pero buena. Otra vez el ambiente agrícola, otra
vez la visión parcelaria. La riqueza la aporta la Cooperativa de Ganaderos.
Atravieso
Isora, observo su iglesia y me desvío hacia su mirador. Coincidimos tres
vehículos, todo un récord. El grupo más numeroso es una familia. Es bastante
habitual que los turistas sean familiares de gente de la isla que aprovechan el
encuentro para recorrer la misma.
Nuevamente,
el mirador es espectacular. La caída puede tener casi un kilómetro. Lo más
cercano es el Roque Bonanza. Estoy casi en el otro extremo de Las Playas, del
arco que me resulta más cotidiano. Comparo mentalmente mi visión en
contrapicado.
No
seguiré la carretera general sino otra casi paralela que pasa por Tinor. Uno de
los atractivos de este pueblo son las pirámides de ceniza sobre los campos
verdes en la meseta. El otro es Juanito el de Tinor, uno de mis alumnos. Tiene
cuerpo de luchador de lucha canaria, como Pollito de la Frontera, y la bondad
acogedora de los herreños. Es el más fiel de los asistentes y un manitas
envidiable. Desde aquí le mando todo mi afecto.
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