Goethe llegó a Palermo el 2 de
abril de 1787 procedente de Nápoles. Se quedó en la cubierta del barco
admirando la ciudad, lo que le causó honda exaltación. “¿Dónde hubiéramos
hallado tan pronto un panorama semejante y un momento tan feliz?”
Fue recibido por el virrey,
recorrió la ciudad con profundidad, alabó el monte Pellegrino, subió hasta el
santuario de santa Rosalía, le horrorizó Villa Pallagonia y sus esculturas, que
calificó de repulsivas y monstruosidades, extravagancias en una casa de locos,
y salió hacia Alcamo el 18 de abril. Desde allí visitó Segesta, Castelvetrano,
Sciaca, Agrgento (Girgenti en aquel entonces), Caltanisetta, Catania, Taormina
y Messina, desde donde salió hacia Nápoles el 12 de mayo. Al cotejar su
itinerario con el nuestro apreciamos que estuvimos en la mayoría de los lugares
clásicos.
En su crónica dejó
interesantes reseñas de geología y botánica, sobre costumbre locales, siempre
matizadas por su carácter germánico. En Palermo criticó su suciedad. Pero su
narración confirma su entusiasmo: “Quisiera transmitiros la imagen de esta
incomparable y extensa bahía”. Evidentemente, su libro es una referencia
ineludible.
Nos quedaba un día completo
para una nueva e intensa exploración de Palermo, la ciudad que se refugiaba de
los vientos africanos por el semicírculo de montañas a su espalda, la Cuenca de
Oro, y por los dos montes que cerraban la bahía, el Catalfano y el Pellegrino,
de la tramontana y el maestral. El escritor siciliano Vincenzo Consolo
resaltaba la eterna bondad de su clima. Ese día había que aprovecharlo bien, a
pesar del cansancio.
Me desperté temprano y dejé a
Carlos durmiendo. Monté en el coche, puse el navegador, rogué para que el tráfico
no me maltratara (lo conseguí) y me planté en la oficina del alquiler justo
cuando abrían. Ya había varios clientes, con lo que tomaron las llaves, le
echaron una revisión por encima y no dijeron nada de los raspones en los
tapacubos. Estaba dispuesto a defender a ultranza que no nos cobraran cargos
adicionales. No hizo falta.
Tomé un taxi y llegué a punto
para desayunar con Carlos. Y trazar el plan del día.
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