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Sicilia: Sueños de una isla invadida 69. Erice I.


El rey Acestes, según nos cuenta la Eneida, acogió a los troyanos en su periplo hacia Italia. Aquí celebraron los juegos en honor al padre de Eneas, Anquises, que murió en Trapani, y donde Juno, transformada en la anciana Béroe, instigó a quemar las naves de los troyanos en venganza.
Será el anciano Nautes, y el empeño de su padre Anquises, quienes aconsejen a Eneas dejar a una parte de sus gentes en Sicilia y continuar con sus mejores guerreros hacia Italia. Se dice que fueron fugitivos troyanos quienes fundaron Érice y Segesta.
Eran hermosos aquellos tiempos en que había que seguir los augurios y las órdenes de los dioses. En la actualidad, se seguía el plan trazado tras las lecturas y el contraste con el otro compañero de viaje así como con la intuición. Para dirigirnos estaba el GPS, que en parte podía ser tan caprichoso como los dioses de la antigüedad.

El navegador se erigió en protagonista al introducirlos por Trapani, que no teníamos intención de visitar por los consabidos problemas de tiempo. Recuerdo que una calle larga, recta y encuesta nos llevó casi hasta el puerto, la punta de la península en forma de hoz que fue la parte más antigua de la ciudad. No nos enteramos de nada ya que buscábamos la forma de salir y volver a la ruta hacia Érice.
Como el GPS estaba juguetón y le gustaban las carreteras secundarias, como había dejado claro en anteriores ocasiones, nos metió por lo que interpretamos debió ser la carretera antigua que zigzagueaba sin parar, un camino más propio de un rally que de una excursión veraniega. No dudamos de que fuera más directo, pero nos hartamos de curvas cerradas. Eso sí, no nos cruzamos con nadie. Las vistas que intuimos fueron satisfactorias.
Para quienes deseen un transporte más cómodo, desde Trápani asciende un teleférico que regala al usuario unas hermosas panorámicas.


Aparcamos el coche extramuros y nos dispusimos a entrar en la ciudad por la puerta de Trapani. En la pinada que rodeaba Erice la gente disfrutaba de un picnic a la sombra. Quizá este fuera el lugar donde fue enterrado Érice, rey de Sicilia, hijo de Venus, que había acogido en su boyada a uno de los bueyes que Hércules había robado al rey de la Bética Gerión. Hércules se lo reclamó a Érice, que se negó a entregarlo, lucharon y venció Hércules, que le dio muerte.

La montaña que se alzaba a 570 metros había estado habitada desde el paleolítico. A partir del siglo V a. C., la poblaron los élimos. Griegos, cartagineses y romanos dieron cuenta de su valor estratégico. También, de la sacralidad del lugar, ya que los griegos tuvieron un templo dedicado a Afrodita que los romanos conocieron en la Primera Guerra Púnica y que consagraron a Venus, convirtiéndolo en lugar de peregrinaje. Se dice que en él se practicaba la prostitución sagrada y los iniciados en el mismo donaban importantes sumas. El culto a la fertilidad fue introducido por los élimos y heredado y adaptado por los siguientes pueblos.

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