El rey Acestes, según nos cuenta
la Eneida, acogió a los troyanos en
su periplo hacia Italia. Aquí celebraron los juegos en honor al padre de Eneas,
Anquises, que murió en Trapani, y donde Juno, transformada en la anciana Béroe,
instigó a quemar las naves de los troyanos en venganza.
Será el anciano Nautes, y el
empeño de su padre Anquises, quienes aconsejen a Eneas dejar a una parte de sus
gentes en Sicilia y continuar con sus mejores guerreros hacia Italia. Se dice
que fueron fugitivos troyanos quienes fundaron Érice y Segesta.
Eran hermosos aquellos tiempos
en que había que seguir los augurios y las órdenes de los dioses. En la
actualidad, se seguía el plan trazado tras las lecturas y el contraste con el
otro compañero de viaje así como con la intuición. Para dirigirnos estaba el
GPS, que en parte podía ser tan caprichoso como los dioses de la antigüedad.
El navegador se erigió en
protagonista al introducirlos por Trapani, que no teníamos intención de visitar
por los consabidos problemas de tiempo. Recuerdo que una calle larga, recta y
encuesta nos llevó casi hasta el puerto, la punta de la península en forma de
hoz que fue la parte más antigua de la ciudad. No nos enteramos de nada ya que
buscábamos la forma de salir y volver a la ruta hacia Érice.
Como el GPS estaba juguetón y le
gustaban las carreteras secundarias, como había dejado claro en anteriores
ocasiones, nos metió por lo que interpretamos debió ser la carretera antigua
que zigzagueaba sin parar, un camino más propio de un rally que de una
excursión veraniega. No dudamos de que fuera más directo, pero nos hartamos de
curvas cerradas. Eso sí, no nos cruzamos con nadie. Las vistas que intuimos fueron
satisfactorias.
Para quienes deseen un
transporte más cómodo, desde Trápani asciende un teleférico que regala al
usuario unas hermosas panorámicas.
Aparcamos el coche extramuros y
nos dispusimos a entrar en la ciudad por la puerta de Trapani. En la pinada que
rodeaba Erice la gente disfrutaba de un picnic a la sombra. Quizá este fuera el
lugar donde fue enterrado Érice, rey de Sicilia, hijo de Venus, que había
acogido en su boyada a uno de los bueyes que Hércules había robado al rey de la
Bética Gerión. Hércules se lo reclamó a Érice, que se negó a entregarlo,
lucharon y venció Hércules, que le dio muerte.
La montaña que se alzaba a 570
metros había estado habitada desde el paleolítico. A partir del siglo V a. C.,
la poblaron los élimos. Griegos, cartagineses y romanos dieron cuenta de su
valor estratégico. También, de la sacralidad del lugar, ya que los griegos
tuvieron un templo dedicado a Afrodita que los romanos conocieron en la Primera
Guerra Púnica y que consagraron a Venus, convirtiéndolo en lugar de
peregrinaje. Se dice que en él se practicaba la prostitución sagrada y los
iniciados en el mismo donaban importantes sumas. El culto a la fertilidad fue
introducido por los élimos y heredado y adaptado por los siguientes pueblos.
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