En Agrigento nació y vivió su
infancia y juventud uno de los grandes literatos italianos recientes: Luigi
Pirandello. En 1934 se reconoció el valor de su obra con la concesión del
Premio Nobel.
Su casa natal estaba a pocos
kilómetros y sus restos reposaban a los pies de un pino solitario. Había leído
alguna de sus obras, y había visto alguna de sus obras de teatro, como Seis personajes en busca de un autor.
Sus padres fueron antiborbónicos
y garibaldinos. Desgraciadamente, tras la unificación quedaron decepcionados
por el escaso beneficio que ello tuvo, lo que se trasladó a la ideología del
joven Luigi. A consecuencia de su relación con su prima Lina se dedicó a
administrar las inversiones familiares en el negocio del azufre, otra
experiencia que quedó reseñada en su obra. Cuando un cataclismo en la mina
familiar arruinó las inversiones, sufrió una depresión y escribió El difunto Matías Pascal, que leí hace
muchos años.
Un incidente con un profesor de
la universidad de Roma le obligó a trasladarse a Bonn para continuar sus
estudios. Allí completó su tesis sobre la lengua siciliana.
Andrea Camilleri nació en 1925
en Puerto Empédocle, cerca de Agrigento. Carlos y yo nos acercamos a contemplar
el lugar, más por curiosidad que por el atractivo que acumulara. Era un pequeño
desvío que conducía al puerto y a una playa de arena con pocos visitantes que
tenían que compartir la presencia de una refinería. En el puerto se encontraban
las piedras que en otro tiempo fueron parte de los templos clásicos.
Durante muchos años estuvo
vinculado al cine y al teatro como guionista y director y su relación con las
letras ha sido constante. Un día se decidió a escribir una novela policiaca -ya
había publicado otras obras con anterioridad a 1994- protagonizada por el
comisario Montalbano, titulada La forma
del agua. Salvo Montalvano toma su nombre del escritor español Manuel
Vázquez Montalbán, al que admira. Y le sobrevino un éxito impresionante a una
edad avanzada.
Tanto el personaje de Camilleri
como Carvallo, el de Vázquez Montalbán, son unos sibaritas de la buena comida y
se podría estudiar alta cocina a través de sus recetas. Es uno de sus
principales placeres en el pueblo imaginario de Vigata, imaginario porque no lo
podemos asociar con un pueblo concreto, pero totalmente real. Tan real como sus
personajes y el trasfondo de sus historias. Vigata es un compendio de los
pueblos sicilianos y las aventuras de Montalbano una crónica de la vida de la
isla contada con ironía y buen sentido del humor. La relación con los italianos
del norte, que no quieren comprender los hábitos de los del sur, las
corruptelas tan arraigadas, los caciques y los políticos que dominan la isla e
impiden que progrese, los estereotipos rurales y las costumbres chocantes van
desfilando por sus páginas de forma amena y son un buen material para tratar de
conocer a estas gentes, entrañables, por una parte, pero quizá insufribles para
el extranjero. Te aconsejo sus libros.
Gracias por compartir. Muy interesante. Un abrazo
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