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Sicilia: Sueños de una isla invadida 49. Noto, de la destrucción al barroco.


Val di Noto, el valle que agrupaba diversos pueblos en torno a Noto, había merecido la calificación de Patrimonio de la Humanidad en 1996 por sus magníficos edificios barrocos. Porque el terremoto del 9 de enero de 1693, al que ya he hecho referencia durante nuestra estancia en Catania y en Siracusa, destruyó casi totalmente la zona dejando tristes ruinas del pasado anterior a esa fatídica fecha. Y eso que las leyendas sitúan a Dédalo deteniéndose en la Antigua Noto tras un vuelo sobre el mar Jónico. Entre los ilustres héroes y dioses que eligieron el lugar para un descanso también se cuenta Hércules, agotado tras su séptimo trabajo. Nuestra parada fue algo más prosaica.


Tras el terremoto, la antigua Noto fue abandonada (desde el monte Alveria) y trasladada para erigir una nueva ciudad, racional y simétrica, una cuadrícula que iba más con los nuevos vientos que corrían. El encargado de ejecutar ese nuevo urbanismo fue Giovanni Battista Landolina, bajo las órdenes del duque de Camastra, el virrey español. Tanto que han sido criticados y vilipendiados los virreyes españoles y, sin embargo, también aportaron beneficios para sus súbditos.


Con la ayuda de tres arquitectos locales, Landolina trazó tres calles paralelas, amplias y con agradables plazas, cortadas por otras más estrechas que descendían. La población se dividió según su rango y posición social. Eso implicaba que los aristócratas estaban en la parte alta y la plebe más pobre en la periferia donde, lógicamente, nadie quería vivir.
La calle principal era corso Vittorio Emanuelle. Es curioso porque en el referéndum de 1947 por el que se decidió el nuevo régimen político de Italia, Noto votó mayoritariamente a favor de la monarquía. No es de extrañar que dedicara su arteria principal a un rey que siempre gozó de simpatías. La calle superior era via Cavour. Caminamos por Vittorio Emanuelle y nos quedamos impresionados. La plaza Municipio era espectacular. No siempre fue así.

En 1986, un informe arrojaba un resultado desalentador o devastador: muchos edificios estaban en ruinas y amenazaban con caerse. Lejos de reaccionar y ponerse manos a la obra se optó por la pasividad. Hasta que en 1996 se derrumbó la cúpula de la catedral. Los sucesivos terremotos y las reformas y reparaciones inapropiadas fueron los causantes. Curiosamente es el mismo año de su declaración como Patrimonio de la Humanidad. Esta vez sí que se pusieron las pilas y dejaron los edificios más bonitos que un San Luis. Y, muy importante, seguros.

El interior de la catedral era luminoso, dominaba el blanco, los frescos alegraban la vista, la nave central era amplia. Dedícale todo el tiempo que puedas para que penetre en tu interior. Noto fue obispado y capital de provincia, aunque ahora dependía de Siracusa.
Junto a la catedral quedaba el palacio Landolina, edificado por el hijo del gran urbanista y arquitecto, y a su lado, el palacio Villadorata. Enfrente, la iglesia de Santa Clara, el palacio Ducezio y la iglesia de San Carlo al corso, San Carlos Borromeo. Nos sentamos en la plaza a reponer líquidos y a extasiarnos con este conjunto.


Tras ese descanso continuamos hasta la iglesia de Santo Domingo y su monasterio y ascendimos para contemplar las otras calles. La piedra clara iluminaba unas fachadas estupendas de iglesias y palacios. El ambiente era de ciudad adormecida. Lo último que visitamos fue la Iglesia del Santísimo Salvador. Más tarde, descubrimos que había que probar los helados de Café Sicilia y Corrado Constanzo. Otra vez será.


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