La Edad Arcaica, entre el 800 y
500 a.C., fue una etapa de profundos cambios en todos los ámbitos tras tres
siglos de oscuridad cuyos efectos fueron devastadores para Grecia. La época
Arcaica vio nacer la peculiar organización urbana que es la polis, las
ciudades-estado que se desarrollaron a lo largo de todo el ámbito griego. Su
influencia llegará hasta nuestros días con un legado tan importante como la
democracia.
Aristóteles, en su Política, destacó la polis como la mejor
forma de asociación de los hombres, como el lugar natural para la humanidad, la
que identificaba al individuo, que unía su nombre al de su ciudad, como
Heródoto de Halicarnaso o Tucídides de Atenas.
Su estructura básica habitual
era la de un rey, un consejo formado por los ancianos que le asesoraban y una
asamblea. Nacerá como una agrupación de pueblos, denominada synoecism, con un centro urbano, el asty o astu, y un lugar de encuentro, de reunión, el ágora, donde se solía
encontrar también el mercado. La zona urbana estaba rodeada de campos y
granjas, denominada chora. Solo eran
ciudadanos los hombres nacidos en la polis, adultos y libres, lo que excluía
del concepto de polites al
extranjero, a las mujeres y a los esclavos. Se agrupaban en torno a un templo,
a una divinidad principal. En ocasiones, participaban en competiciones comunes,
los juegos, de los que resaltan los Olímpicos.
Cuando las tierras para labor
empezaron a ser más escasas y la presión demográfica mayor, los griegos se
plantearon emigrar a nuevos territorios. Es lo que se conoce como la
colonización. Este fenómeno fue siempre precedido de una crisis en la
metrópoli, la ciudad matriz. Antes de mandar a un grupo para formar una colonia
o apoikia, había que obtener la
aprobación del oráculo de Delfos, el templo panhelenístico en honor a Apolo
construido en la ladera del monte Parnaso.
Una de esas oleadas de
emigración ordenada tuvo como destino el sur de Italia y la isla de Sicilia.
Allí las colonias fueron como réplicas de las polis de origen. Las colonias no
mantuvieron una relación de subordinación o dependencia con la metrópolis. Sí
mantuvieron relaciones de fraternidad, cultos comunes y otros rasgos en un
plano de igualdad. Algunas alcanzaron un nivel económico, cultural y político
similar o incluso superior a las polis de origen.
Un ejemplo significativo fueron
esos pedacitos de Grecia en Sicilia. Crecieron, evolucionaron, construyeron
templos y teatros, como los que aún se admiran en la isla, alumbraron
filósofos, científicos, literatos, estrategas, hombres de estado y políticos o
grandes comerciantes. La historia de Grecia es también la de Sicilia.
La elección del lugar donde se
fundaba una colonia debía cumplir con unos requisitos básicos. Debía ser
fácilmente defendible, con fácil acceso al agua, abundante tierra para cultivar
y recursos naturales que permitieran su subsistencia y, con el tiempo, el
comercio. Estos requisitos los cumplían las colonias griegas en Sicilia y en
particular, Siracusa, que fue fundada por los corintios. Avanzar por la isla es
visitar aquellas colonias y los vestigios que han llegado a nuestros días,
bastante abundantes, por cierto.
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