En muchas de las fuentes
consultadas designan al músico Vincenzo Bellini como hijo predilecto de
Catania. No les falta razón ya que el gran autor de óperas (entre ellas, Norma) llegó a adquirir fama
internacional, a pesar de morir joven, con 34 años. Tardaron 41 años más en
trasladar sus restos desde París hasta su Catania natal. El Teatro Massimo
lleva su nombre y un plato local, la pasta
alla norma, el de su obra maestra. Y unos jardines y algunos otros
homenajes más.
Pero debemos reivindicar a quien
no tuvo tanta suerte y cayó en el olvido. Me refiero a Federico De Roberto, el
autor de Los Virreyes.
Después de mi primer viaje a
Sicilia coincidí en un almuerzo con un gran enamorado de Italia y un buen
conocedor de la isla. Repasamos lugares y anécdotas y comentamos sobre El gatopardo, de Lampedusa, y me
aconsejó la lectura de esta obra. Tuve que encargarla y obtuve la edición de
Cátedra de 1994, a la que le acompañaba un estudio previo de la encargada de
esa edición, María Teresa Navarro. Uno de los apartados de este estudio era
"De Roberto en España: un autor que nadie ha visto". El título era
significativo.
De Roberto nació en Nápoles en
1861. A los nueve años perdió a su padre y la familia se trasladó a Catania.
Pronto se verá atraído por la literatura y el periodismo, a los que dedicará
toda su vida.
Nuestro autor se incardinaría en
el Verismo, que vendría a ser el Naturalismo italiano, desarrollado en el sur
del país y con matices regionalistas. El Naturalismo francés fue introducido en
Italia por Luigi Caruana (1839-1915) junto a Giovanni Verga (1840-1922), maestros
y amigos de Federico.
Fue un gran teórico preocupado
por el método de escritura, afirmando que el procedimiento a seguir era
"escrupulosidad en la observación, sinceridad en la expresión,
impersonalidad en la ejecución". Pero Los
Virreyes fue una obra "a su manera", no encorsetada por esos
cánones o reglas que, por supuesto, aplicó para dar a luz una de las grandes
novelas del siglo XIX, tanto en calidad como en número de páginas. Fue
publicada en 1894. Para hacerse una idea temporal, El gatopardo fue publicada en 1958, año de la muerte de su
escritor. La obra de Lampedusa revitalizó el interés por la de De Roberto.
De Roberto vivió sometido a su
posesiva madre, a la que cuidó hasta su muerte, un año antes de la propia. Ello
le llevó a etapas de aislamiento en la finca familiar de Zafferana, a los pies
del Etna. Padeció una extraña histeria y por lo que he podido comprobar no se
casó ni tuvo hijos. Por su madre renunció a una aventura sentimental que vivió
en Milán, ciudad que junto con Roma visitó en varias ocasiones y donde pasó
largas estancias por trabajo y por vivir el ambiente cultural de las mismas. El
mundo catanés pudo ser asfixiante en ciertas épocas.
Esa especial relación que el
autor mantuvo con Catania se reflejó en Los
Virreyes.
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