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Uvas sagradas de un río de oro 9. Hacia Orense.



A la salida, los indicadores marcan la opción de la Ribeira Sacra, pero opto por la carretera de Orense. Mi intención era parar en Pantón y visitar las cercanas iglesias de San Miguel de Eiré, Santo Estevo de Atán, San Vicente de Pombeiro y San Fiz de Cangas. Para otra vez. Entre Monforte y Pantón también está el monasterio de las Bernardas, San Salvador de Ferreira. Aconsejan tomar en Os Peares la carretera privada del margen del río.

El tiempo es absolutamente soleado y se ha quedado una mañana vibrante. El amarillo intenso y vistoso de la retama impacta a orillas del Sil. Con el verdor y las casas rústicas que se reflejan en el río y se duplican, la belleza del paisaje es inusual. Reduzco la velocidad para disfrutar más. Quisiera que no pasaran ni el tiempo ni los kilómetros.


Paro en un mirador, aunque no es la vista más hermosa. Está en alto y sobre un recodo del río. Las montañas redondean y encauzan al Sil en su camino. Cuando no pasan vehículos el silencio es absoluto.
No tomaré el desvío hacia Santo Estevo. Un kilómetro más allá están los embarcaderos. En una zona de descanso paro para observar cómo se ensancha y remansa el río. Una persona se come un bocata mirando la escena fluvial, empapándose de los colores, de la energía que desprende el lugar.

Siempre con el cauce del río al lado derecho voy acercándome a Orense. Un pequeño problema con el navegador me retrasará para localizar el hotel San Martín, en la Torre Orense. Es el edificio más alto de la ciudad. Lo han rehabilitado y vuelve a ser un cuatro estrellas con prestigio, junto al jardín de San Lorenzo. Estoy a gusto en mi habitación.

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