A la salida, los indicadores
marcan la opción de la Ribeira Sacra, pero opto por la carretera de Orense. Mi
intención era parar en Pantón y visitar las cercanas iglesias de San Miguel de
Eiré, Santo Estevo de Atán, San Vicente de Pombeiro y San Fiz de Cangas. Para
otra vez. Entre Monforte y Pantón también está el monasterio de las Bernardas,
San Salvador de Ferreira. Aconsejan tomar en Os Peares la carretera privada del
margen del río.
El tiempo es absolutamente
soleado y se ha quedado una mañana vibrante. El amarillo intenso y vistoso de
la retama impacta a orillas del Sil. Con el verdor y las casas rústicas que se
reflejan en el río y se duplican, la belleza del paisaje es inusual. Reduzco la
velocidad para disfrutar más. Quisiera que no pasaran ni el tiempo ni los
kilómetros.
Paro en un mirador, aunque no es
la vista más hermosa. Está en alto y sobre un recodo del río. Las montañas
redondean y encauzan al Sil en su camino. Cuando no pasan vehículos el silencio
es absoluto.
No tomaré el desvío hacia Santo
Estevo. Un kilómetro más allá están los embarcaderos. En una zona de descanso
paro para observar cómo se ensancha y remansa el río. Una persona se come un
bocata mirando la escena fluvial, empapándose de los colores, de la energía que
desprende el lugar.
Siempre con el cauce del río al
lado derecho voy acercándome a Orense. Un pequeño problema con el navegador me
retrasará para localizar el hotel San Martín, en la Torre Orense. Es el
edificio más alto de la ciudad. Lo han rehabilitado y vuelve a ser un cuatro
estrellas con prestigio, junto al jardín de San Lorenzo. Estoy a gusto en mi
habitación.
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