Con cierta nostalgia me despido.
Antes me indica cómo subir al castillo, que ahora puede contemplarse al haber
levantado la niebla. La niebla: la estela de los Castro y los Osorio que aún
tienen que purgar sus pecados para abandonar el mundo en dirección a un cielo
que quizá nunca merecieron.
Un palacio, un monasterio, un
castillo: hasta allí conduce una carretera que se enrosca como una espiral que
despliega poder en torno a una colina, el monte fuerte que da nombre a la
villa. Desde ella se domina el caserío una vez desaparecida la gasa blanca del
cielo.
En el palacio de los condes,
junto al parador, observo dos escudos soportados por dos ángeles. En el
primero, dos lobos desollados, que representan a los Osorio. En el segundo, el
de los Castro, seis roles de azur en campo de plata con los emblemas de
Castilla y León, de los Trastámara.
El lugar se asocia con la
leyenda de la corona de fuego. Se dice que un pasadizo subterráneo comunicaba
el palacio condal y la iglesia de San Vicente del Pino, actualmente, el
parador. Durante una ausencia del noble, el abad se valió del pasadizo para
seducir a la hija del conde. En otras versiones, a su esposa. A su regreso, y
enterado de la infidelidad, invitó a una comida al abad y, a los postres, uno
de los sirvientes trajo una corona al rojo vivo, la corona de fuego, que causó
una horrorosa muerte al clérigo. En otras versiones, se menciona a un judío que
facilita una pócima al abad para sus objetivos.
Me acerco hasta la torre del
homenaje. Entro en el antiguo monasterio benedictino y me asomo al claustro. Es
todo lo que puedo ver ya que el parador está cerrado hasta que empiece la
temporada en marzo. Es una pena no poder visitar la iglesia churrigueresca con
la única virgen negra de Galicia, la virgen de Montserrat.
Trato de localizar la judería,
quizá a mis pies, el convento de las clarisas o el puente viejo, del siglo XVI
aunque de origen romano. La comunidad judía de Monforte llegó a alcanzar una
singular importancia. La orden de expulsión de los Reyes Católicos, en 1492,
dio lugar a conversiones en masa. Varias familias de conversos continuaron
manteniendo un destacado papel en el plano social y económico. También daría
lugar a varios procesos por judaizantes en los siglos posteriores. Por el mundo
abundan familias de apellido Lemos o de Lemos. En varias ciudades de Europa y
Sudamérica hay familias judías o de ascendencia judía con ese apellido.
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