El peto de ánimas es muy
realista. En la parte frontal tiene un peto o hucha donde se depositan ofrendas
por la salvación de las almas que purgan sus pecados en el purgatorio. Se
ofrecen monedas o productos agrícolas. Con esas ofrendas se ayuda a que se
liberen y alcancen el cielo las ánimas. Las mismas que en agradecimiento por su
liberación intercederán por los oferentes.
Se pueden confundir con pequeñas
capillas u ofertorios o con hornacinas. Se distinguen por las imágenes de las
almas en el fuego del purgatorio presididas o controladas por un santo, rey u
obispo que las vela. Aparecieron con la Contrarreforma, hacia el siglo XVII,
siendo el siglo XVIII el de más intensa construcción.
Se suceden pinares mezclados con
carballos, los robles, y castaños. Asoman hojas de otoño en este invierno
lluvioso, tímidamente en las copas, abundantemente en el suelo. Las ramas
prefieren cubrirse de musgo y líquenes.
Estos bosques solitarios y mágicos son el hábitat natural de los mencinheiros, de los curanderos que atesoran un saber milenario que corre peligro de extinguirse.
Estos bosques solitarios y mágicos son el hábitat natural de los mencinheiros, de los curanderos que atesoran un saber milenario que corre peligro de extinguirse.
El escritor gallego Álvaro
Cunquiero definía al mencinheiro como
el curandero que además de sanar las dolencias del cuerpo transmitía energía al
alma de los enfermos, según leo en un artículo en www.celtiberia.net.
Sus secretos curativos eran
inexplicables, combinando las imposiciones de manos con las pócimas de hierbas
que recolectaban en los bosques conforme a reglas y ritos que unos pocos sabían
y que se transmitían oralmente a otro que tuviera los mismos poderes sanadores.
Su saber se sumía entre la magia y la leyenda, el conocimiento y una ciencia
intrincada.
Pertenecen a una época en que la
dolencia o la enfermedad se vinculaban con lo espiritual. La ciencia los
arrinconó, pero la medicina puede aprender mucho de sus remedios naturales que
no generan efectos secundarios. Si no se incorporan a la moderna medicina
desaparecerán y, con ellos, su efecto beneficioso.
Casi todos sufrieron desde niños
graves e inexplicables dolencias que estuvieron a punto de terminar con su
vida. Esa experiencia les hace sensibles al dolor de otros.
Me los imagino como druidas, con
largas barbas y aspectos extraños, recolectando hierbas según los ciclos
lunares, elaborando sus mencinhas en gruesas
marmitas y recitando fórmulas que podrían transformarse en maleficios.
Durante la época de Franco
fueron perseguidos por brujería. Se mantuvieron y se mantienen en secreto por
miedo a no ser comprendidos o a ser objeto de mofa o a que se les imputen los
males que pesan y pasan por el mundo.
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