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Uvas sagradas de un río de oro 17. Ribeira Sacra III. Petos de ánimas. Mencinheiros.


El peto de ánimas es muy realista. En la parte frontal tiene un peto o hucha donde se depositan ofrendas por la salvación de las almas que purgan sus pecados en el purgatorio. Se ofrecen monedas o productos agrícolas. Con esas ofrendas se ayuda a que se liberen y alcancen el cielo las ánimas. Las mismas que en agradecimiento por su liberación intercederán por los oferentes.


Se pueden confundir con pequeñas capillas u ofertorios o con hornacinas. Se distinguen por las imágenes de las almas en el fuego del purgatorio presididas o controladas por un santo, rey u obispo que las vela. Aparecieron con la Contrarreforma, hacia el siglo XVII, siendo el siglo XVIII el de más intensa construcción.
Se suceden pinares mezclados con carballos, los robles, y castaños. Asoman hojas de otoño en este invierno lluvioso, tímidamente en las copas, abundantemente en el suelo. Las ramas prefieren cubrirse de musgo y líquenes.
 Estos bosques solitarios y mágicos son el hábitat natural de los mencinheiros, de los curanderos que atesoran un saber milenario que corre peligro de extinguirse.
El escritor gallego Álvaro Cunquiero definía al mencinheiro como el curandero que además de sanar las dolencias del cuerpo transmitía energía al alma de los enfermos, según leo en un artículo en www.celtiberia.net.
Sus secretos curativos eran inexplicables, combinando las imposiciones de manos con las pócimas de hierbas que recolectaban en los bosques conforme a reglas y ritos que unos pocos sabían y que se transmitían oralmente a otro que tuviera los mismos poderes sanadores. Su saber se sumía entre la magia y la leyenda, el conocimiento y una ciencia intrincada.
Pertenecen a una época en que la dolencia o la enfermedad se vinculaban con lo espiritual. La ciencia los arrinconó, pero la medicina puede aprender mucho de sus remedios naturales que no generan efectos secundarios. Si no se incorporan a la moderna medicina desaparecerán y, con ellos, su efecto beneficioso.


Casi todos sufrieron desde niños graves e inexplicables dolencias que estuvieron a punto de terminar con su vida. Esa experiencia les hace sensibles al dolor de otros.
Me los imagino como druidas, con largas barbas y aspectos extraños, recolectando hierbas según los ciclos lunares, elaborando sus mencinhas en gruesas marmitas y recitando fórmulas que podrían transformarse en maleficios.
Durante la época de Franco fueron perseguidos por brujería. Se mantuvieron y se mantienen en secreto por miedo a no ser comprendidos o a ser objeto de mofa o a que se les imputen los males que pesan y pasan por el mundo.

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