En 1186, el obispo de Astorga
obtuvo una bula papal para construir una iglesia a las afueras del pueblo. Esa
Iglesia es la de Santiago. Queda también en una breve altura y los huecos de
las campanas de su espadaña parecen los ojos de un rostro apostado a la vera
del camino. Al lado, una hospedería en obras.
Quien no podía continuar camino
hacia Santiago por impedírselo la enfermedad podía ganar el jubileo ante la Puerta
del Perdón. El último día de 2010 cerró sus puertas hasta el 31 de diciembre de
2020. En aquel año, sólo 48 de las más de 44.000 personas que visitaron el
templo ganaron la indulgencia plenaria. A la enfermedad o al accidente grave
durante la peregrinación se exige haber cubierto 150 kilómetros a pie y, tras
atravesar la puerta, escuchar misa, confesarse, comulgar y rezar por las
intenciones del Papa.
No me postro ante la puerta
norte y me quedo admirando sus archivoltas de un románico especial. Preside en
lo alto Cristo en majestad, al que acompañan seis parejas de personajes,
algunos apóstoles. Los capiteles están bien tallados con motivos vegetales y zoomorfos
a la derecha y las escenas, a la izquierda, de "Herodes visitado por los
magos, la ciudad de Belén en forma de arquillos superpuestos, la crucifixión,
los tres magos a caballo, el sueño de los Reyes recibiendo el aviso del ángel y
la Epifanía". Copio los datos de la web www.depuertaapuerta.org.
Rodeo hacia el ábside, observo
sus ventanas, me entretengo con las curiosas decoraciones.
Desciendo por una calle empinada
hasta la base de San Francisco y la plaza Mayor, más animada que anoche, cuando
sólo estaba ocupada por las sillas de una terraza. Por supuesto, está el
ayuntamiento, unos agradables soportales y un vistoso edificio color crema, de
1920, que supongo será el teatro, aunque las persianas por fuera digan lo
contrario.
La siguiente etapa es el poderoso
convento de San Nicolás el Real, que fue colegio jesuita y Diputación
Provincial, cuando fue capital de una provincia que se internaba en Galicia.
Otra prueba más de su pasado esplendor. La reorganización territorial de 1833
de Javier de Burgos la apartó de estos honores. La fachada principal del
edificio barroco la preside San Ignacio de Loyola. Me temo que su interior, con
un claustro de influencia gallega y el Cristo de la Esperanza, patrono de la
villa, pasan a engrosar los deberes para otra ocasión. Por cierto, la fachada
no es simétrica y le falta una torre, pero impresiona. Es de anchos hombros.
Me quedan los jardines de la
Alameda, románticos, del siglo XIX, según leo, bien trazados y cuidados,
geométricos, con la fuente "la Chata", del monasterio de Carracedo en
el centro, que fue víctima de la amortización de Mendizábal. Hacia el río, la colegiata.
Ahora observo con detenimiento su ábside, la linterna de la cúpula, sus trazas
góticas. Otro interior pendiente: bóvedas, capillas, retablos, el coro.
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