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Ceuta: cuatro mundos por descubrir 7 (2004).


Los hitos monumentales e históricos son sencillos de localizar: los anuncian carteles explicativos. Los voy leyendo con cierta precipitación y la memoria se revela contra esta actitud.

A la derecha, siempre subiendo, la sobriedad del Museo Municipal. Seis ventanas flanquean la puerta en la planta baja. Siete en la superior. En lo más alto, un balcón recorre todo el perímetro.

Las obras de un nuevo aparcamiento han abierto un hueco enorme, de cráter cuadrado y extinguido. Se quiebra la calle a la izquierda y pierde su nombre por el de Camoens. Los soportales cambian el ambiente. Allí está encajado el Hotel Ulises que durante tiempo fue la alternativa al Parador.

Dos hileras de naranjos trazan un pasillo hasta la Plaza de España. Ante el edificio de Correos, una fuente. En los bancos de piedra, poca gente. A la derecha, el Banco de España, siempre bien situado en un edificio señorial.

Las manzanas son pequeñas y se suceden con rapidez. En la siguiente, la Casa de los Dragones. Quizá debió alterar su denominación cuando la despojaron de sus animales mitológicos. Nadie se atrevió a ello porque este nombre estaba consolidado. Sus ventanas y balcones tienen un punto neogótico, modernista. Por la noche, el esquinazo se ilumina de verde y hace recordar a los dragones ausentes. Los árboles tapan su parte baja, ocupada por comercios. No creo que se avergüence de ellos.

En la Plaza de los Reyes está el Monumento a la Convivencia. Es un recuerdo permanente a las cuatro culturas, al afán por vivir en paz y armonía. Todos los días habría que pasar ante él y reverenciarlo.

El Centro Cultural de Cajamadrid marca el inicio de la Calle Real, segundo requiebro a la izquierda. La calle se estrecha. Paso la Iglesia de los Remedios, me fijo en las mellas en las fachadas que anuncian una nueva promoción inmobiliaria. Después de la Plaza de Azcárate y el Colegio Lope de Vega tengo la sensación de salirme de la ciudad.

Regreso por Marina Española y me paro ante los baños árabes, en rehabilitación. La tapia del Parque del Mediterráneo acompañará mis últimos pasos.


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