Durante la cena fuimos
conscientes de nuestras limitaciones en la comunicación, algo que, por otra
parte, no era nuevo y que se arrastraba desde nuestra estancia en Uzbekistán.
Edil se había ofrecido a realizar una reserva para nosotros y, con su buena
disposición, se quedó para ayudarnos a pedir la comida. No imagino qué hubiera
sido de nosotros sin su ayuda.
El restaurante dedicado al
insigne poeta persa cuyos versos me habían acompañado a lo largo del recorrido,
era muy bonito, bien decorado y ambientado con música local de un instrumento
de cuerda tradicional y una caja de ritmos.
Edil fue traduciendo algunos de
los platos de la carta, escrita exclusivamente en cirílico. La camarera, una
chica dispuesta, joven y guapa, no hablaba una palabra de inglés, pero tuvo la
suficiente cintura como para utilizar Google
Translator para comunicarse. Fue resolviendo las dudas como mejor pudo. Las
fotos del menú podían ayudar aunque, al final, la mayoría optó por lo más
sencillo, sopa de lentejas, que me recordó al puré de lentejas que hacía mi
madre, y pasta con carne. La pasta con carne era la base de la alimentación en
el país. Predominaba el pimiento sobre la carne, que picaba bastante más de lo
que nos imaginábamos. No nos habíamos preocupado del picante en la comida hasta
entonces porque en Uzbekistán no lo echaban.
Tardaron en servirnos. Mientras,
nos dedicamos a la sana consumición de las cervezas rusas marca Baltika. Nos subieron el ánimo, nos achisparon,
y animaron la conversación de unos y otros. Tanto duró que les dio tiempo a
Iluminada y Javier a terminar de cenar en Mario, al otro lado de la calle, y a
acompañarnos durante la velada. Nos negábamos a separarnos de ellos.
Aunque se olvidaron de algunos
platos y en alguno hubo ciertas incidencias, los alimentos estaban deliciosos,
por lo que el saldo final de la cena fue positivo. Al final, la cena duró más
de dos horas. Salimos a 592 soms, unos 7,5 euros.
Remontamos la calle con Ilu y
Javier, y nos despedimos nuevamente de ellos en el hotel.
Caí en la cama completamente
reventado.
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