El kanato de Kokand, uno de los
tres kanatos que se crearon donde radicó el antiguo kanato de Chagatai, fue
fundado hacia 1700 por un descendiente de los shaibánidas: Shah Rukh. Se
afianzó en el siglo XVIII pero perdió fuerza tras la conquista manchú de
Turkestán oriental en 1759. Abarcó las ciudades de Tashkent y de Bishkek, entre
otras. Bishkek quedaba entre Almaty y Tashkent, cruce de caminos de uno de los
sectores de la Ruta de la Seda, que le dio prosperidad. El valle de Fergana,
una zona fértil y bastante poblada (unos seis millones de habitantes en la
actualidad) que comparten Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán, fue su granero. Sobrevivió
hasta 1876 en que fue conquistado por los rusos al mando del general Mijail
Skóbelev.
Kokand fundó la ciudad y construyó
una fortaleza hacia 1825, que fue destruida por los rusos, que erigieron una
nueva poco después de la conquista. Quizá por ello era una ciudad bastante
moderna y de corte europeo-soviético. En 1924 fue designada como capital del oblast o territorio autónomo kirguís y
en 1936 pasó a ser la capital de la República Socialista Soviética de
Kirguistán. Hasta finales del siglo XX la población fue mayoritariamente de
origen ruso. Tras la independencia, fue decreciendo el porcentaje.
La zona no había sido ajena a
los movimientos de la historia. Greco-budistas, karajánidas, mongoles,
nestorianos y otros pueblos y dinastías atravesaron el país y la zona donde
posteriormente se ubicaría la ciudad y dejaron su huella, quizá más borrosa que
en otros lugares de la Ruta. En el siglo XX se convirtió en una próspera ciudad
industrial hasta alcanzar una población de un millón de habitantes en la
actualidad.
El centro de la plaza Ala Too,
la principal de la ciudad, lo ocupaba una escultura de Manás, el gran héroe
legendario que protagonizaba la epopeya más larga del mundo. La trilogía de
Manás, Semetey y Seitek representaba el espíritu inmortal y el rasgo
fundamental de la identidad del país. Vendría a ser su memoria histórica, su
enciclopedia nacional. Era el gran orgullo histórico de Kirguistán.
No he tenido el placer de leer
esa inmensa obra épica que se compone, en una de sus versiones (la de Soyakbai
Karalaev) de 500.553 versos, más que el Mahabarata hindú. Serían necesarias
unas treinta horas para su recitado, de ahí que me documentara sobre la obra a
través de la petición que se había cursado a la Unesco para su declaración como
Patrimonio inmaterial de la Humanidad, calificación que obtuvo con justicia. En
1995, la ONU proclamó el año de la Época de Manás al ser el fundamento de la lengua,
las tradiciones culturales, morales, históricas, sociales y religiosas de
Kirguistán.
Los kirguises no conservaron su
lengua antigua escrita, de ahí la importancia de la tradición oral que ha
corrido por cuenta de los narradores de la epopeya, los manastchi, semeteystchi y seitekstchi. Se dice que esos narradores
son elegidos por una inspiración especial, un sueño profético que les designa
para la importante labor de conservar y difundir la obra. Tendrán que aceptar
ese reto y orientar su existencia en favor de la epopeya. El principal
compilador de la misma fue Tchinguiz Aitmatov, cuya memoria también se homenajeaba
en el entorno de la plaza Ala Too. Los maestros trasladaban su conocimiento a
sus discípulos, lo que se denominaba ustat-shakirt.
Manás fue el unificador de las
tribus dispersas de Kirguistán hace aproximadamente un milenio. Es el personaje
principal de la primera parte de la trilogía. En la segunda lo es su hijo,
Semetey, y en la tercera su nieto, Seitek. Los siete testamentos de Manás han
sido la base de la identidad y de la ideología de estado del país: unidad y
cohesión; armonía interétnica; dignidad nacional y patriotismo; trabajo y
conocimiento; generosidad y tolerancia; armonía con la naturaleza; refuerzo y
protección del estado. Sería un modelo de democracia nómada de los pueblos de
Kirguistán, que ha permitido que sea una isla de democracia en Asia central. Contiene
una enseñanza de la filosofía aikolduk,
del modo tradicional de tolerancia y diversidad en la unidad del que se vanagloria
este pueblo.
No es extraño que sea una
enseñanza obligatoria en las escuelas ya que resume la identidad nacional. Los
kirguises conocen su trama y a sus héroes y personajes principales. También
porque está presente en los principales acontecimientos del país. Es habitual
que los narradores sean los encargados de inaugurar los eventos. El narrador
entrará en una especie de éxtasis que le permitirá captar la atención del
público y hacerle partícipe del ambiente épico e histórico. Varias leyes,
decretos y normas protegen este patrimonio y el gobierno, a pesar de las
penurias económicas, destina partidas presupuestarias a su estudio. Incluso
alguna institución estadounidense ha aportado fondos.
Su contenido es muy variado y
abarca aspectos tales como itinerarios de la Ruta de la Seda, información sobre
las relaciones culturales entre poblaciones nómadas y sedentarias, sus
tradiciones, información histórica, antropológica o geográfica, sagas
seculares, prácticas tradicionales, artesanía, artes marciales de algunos de
los pueblos que participan en la épica, intrigas o nobles sentimientos, por
nombrar algunos de sus matices. Es una gran fuente de inspiración para la
poesía, el teatro, la narrativa o el cine.
Un aspecto curioso es que se
podría considerar un texto ecologista ya que transmite la idea del respeto a la
naturaleza, la necesidad de la reciprocidad y complementariedad, el concepto shaichylyk. Los humanos no son los
dueños del universo: tan sólo son una parte del mundo vivo.
Por cierto, Manás da nombre al
aeropuerto de Bishkek y su estatua ecuestre sustituyó a la de Lenin en la plaza
Ala Too. Se dice que fue enterrado en Talas, donde tuvo lugar la batalla que
supuso el impulso definitivo de los musulmanes en Asia central.
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