Me desperté reconfortado. Puse
el despertador con bastante tiempo para poder dar un paseo mañanero. El
desayuno estaba programado para las 8.30.
Me acerqué al lago. Estaba
bastante solitario. En la playa aún no había nadie. El complejo empezaba a
tomar vida bajo la atenta mirada del sol vibrante y puro. En los jardines se
disfrutaba del desayuno, los más deportistas corrían y los niños montaban en
bicicleta. Las familias formaban indisciplinadamente con sus toallas al hombro,
los flotadores en forma de patito y todos esos cachivaches inútiles que tanto
nos gusta transportar para asegurarnos distracción.
Había flores por todas partes,
aunque nadie les hacía mucho caso. El lago se desperezaba y su superficie
adoptaba otra tonalidad de azul tan intensa y atractiva como la de la tarde
anterior. Era el deseado clima general de vacaciones.
Fui el último en llegar al
desayuno, aunque fui enormemente puntual. Nos pusieron tortillas, arroz con
leche que no era dulce y que desprendía cierto sabor a bacalao (probé el
extremo de una cuchara ya que es de los pocos platos que no me gustan: un
trauma infantil), fiambres, pan, mantequilla, galletas y dulces. Ya podíamos
hacer ejercicio en esa jornada o vería crecer mis michelines.
Rechazamos la oferta de un baño
mañanero y nos pusimos en ruta a las 10. Inmediatamente, el lago nos pareció un
mar, al no encontrar la otra orilla. En las montañas Soleadas, a nuestra
izquierda en el avance hacia el este, lucían en lo alto dos espléndidos
neveros. Era extraño porque hacía calor y el día se anunciaba tórrido, como así
fue.
Aquel pensamiento sobre un
monstruo del lago regresó a mi cabeza al leer que en el fondo del mismo se
encontraban ciudades antiguas sumergidas que podían ser exploradas haciendo
submarinismo. La zona estuvo habitada durante milenios y encontré una
referencia sobre la existencia de yacimientos neandertales. El norte del lago
había sido uno de los ramales de la Ruta de la Seda, lo que implicaba un
trasiego ancestral de pueblos y culturas.
A falta de una buena inmersión,
me hubiera conformado con atravesar el lago en barca y contemplarlo desde esa
otra perspectiva tan enriquecedora. Parece que había algún ferry y quizá aún se
podría convencer a algún pescador para una excursión tranquila. Por lo que
comentó Edil, el pescado que ofrecían en la zona procedía de los mares de Rusia
y lo transportaban congelado. Luego lo ahumaban aquí. Un pescado costaba entre
50 y 60 soms.
Las orillas del lago estaban
salpicadas por resorts, cabañas, hoteles y todo tipo de alojamientos. También
había un campamento de yurtas que quizá funcionaba como un camping. La oferta
era amplia y variada. Toda la zona era bastante turística, como Cholpon-Ata, la
siguiente población, de unos 10.000 habitantes, que triplicaba la misma en
verano con turistas rusos y kazajos y gente de posibles de Bishkek. Contaba con
aguas medicinales y varios sanatorios o balnearios para hacer curas variadas.
El avance era plácido y para no
aburrirme me entretuve observando senderos de tierra que se perdían hacia
lugares de baño solitario, pequeñas mezquitas con cúpulas de chapa tallada y
minaretes adosados (también con cúpula), algún cementerio musulmán de lápidas y
mausoleos pequeños, casas típicas rusas que se caracterizaban por alojar en la
parte superior una barandilla de madera tallada y unas hermosas contraventanas.
Las montañas Tian Shan, las
Celestiales, daban un ambiente alpino, propio de Suiza o de Austria, con el
contrapunto del lago. Entre ambos, el verdor y el desarrollo humano. Las
montañas Soleadas ofrecían a la vista abanicos geológicos y torrenteras.
El elemento arqueológico lo
ponían los túmulos funerarios que aparecían regularmente a los lados de la
carretera. Eran tumbas escitas.
Cuando lo comentó Edil me acordé
de las referencias de fuentes griegas y romanas y de la Biblia. Eran pueblos
nómadas de las estepas que podrían ser los antepasados de los nómadas actuales
y que tuvieron fama de temibles guerreros, criadores de caballos, grandes
jinetes y certeros arqueros. El misterio envolvía su origen y desaparición.
Este pueblo iranio era la
“calamidad del norte”, de Jeremías 4, 5, de su capítulo sobre la invasión del
norte que causaría un quebranto muy grande: “salió de su lugar para dejar la
tierra desolada. Tus ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes”. Solían beber
sangre en cráneos humanos, habitualmente de sus enemigos, lo que ratificaba la
visión apocalíptica del profeta. Hacia mediados del siglo VIII a.C. se
desplazaron hacia el sur, atravesaron Siria y Palestina y alcanzaron la
frontera con Egipto.
Otra referencia bíblica la
encontramos en el capítulo 38 del profeta Ezequiel: “Vuelve tu rostro hacia
Gog, en el país de Magog, príncipe supremo de Mések y Túbal”. Continúa
diciéndole a Gog: “vendrás de tu lugar del extremo norte, tú y pueblos
numerosos contigo, todos montados a caballo, enorme asamblea, ejército
innumerable”. Pero sobre ellos caería la furia de Yahvé: “Le castigaré con la
peste y la sangre, haré caer una lluvia torrencial, granizos, fuego y azufre,
sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos pueblos que van con él”.
También se les menciona en Sofonías
II, 5, como los cereteos y carios que posiblemente eran los aliados de Gog, en
el Segundo Libro de los Macabeos (“un tribunal de escitas”), o en la epístola
de San Pablo a los Colosenses (3,11). Herodoto, que los menciona en su Historia, conoció a los del norte del mar
Negro. Aparecen también en la Geografía
de Estrabón.
En aquellos túmulos o kurganes, dejaron estupendos trabajos en
oro que confirman que también fueron buenos artesanos. En las tumbas de los
personajes principales enterraban a los esclavos y los animales para que
sirvieran al amo fallecido, por lo que creían en otra vida tras la muerte.
Vivían en tiendas similares a
las actuales yurtas. Las mujeres combatieron en igualdad con los hombres. Se
han encontrado restos que se creían de hombres por las heridas propias de la
lucha, que al ser analizadas confirmaron que se trataba de mujeres.
No pudieron ser derrotados por
los persas. Sin embargo, entraron en decadencia hacia el siglo II a. C. y
desaparecieron de la historia.
Una buena ocasión para saber más
sobre ellos la ofrecía el museo Etnográfico de Cholpon-Ata.
Nota sobre las imágenes: La imagen del escita a caballo es de dominio público y ha sido obtenida de Wikipedia.
El mapa de Escitia está atribuido a Dbachmann con licencia CC Atribution-Share Alike:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Scythia-Parthia_100_BC.png. Obtenida de Wikipedia.
El peine de oro escita también es de dominio público: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Scythian_comb.jpg. Obtenida de Wikipedia.
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