En el siglo XVI –leí en El mundo islámico- el poder se
distribuía entre tres grandes imperios: el otomano, en Turquía y Oriente
Próximo, los safávidas de Persia, y los mogoles en el norte de la India,
Pakistán y Afganistán. Esos imperios habían sustituido a las confederaciones
tribales de siglos anteriores. Las instituciones políticas y los sistemas
burocráticos estaban fuertemente estructurados. En lo cultural se produce un
florecimiento de las artes.
En Persia, los safávidas, la
orden sufí fundada por Safí al-Din, se convirtió en un movimiento
revolucionario. El país se convirtió al chiismo. Esta dinastía sufrirá los
ataques de los turcos por el oeste y de los uzbecos por el este.
En el norte de Asia central
surgirán pequeños estados al retirarse las oleadas del imperio mogol, entre
ellos los kanatos de Jiva y Bujara. Los descendientes de la Horda Blanca
sustituyeron a los descendientes de Tamerlán. Los uzbecos se dispersaron por
Asia central. Ningún estado era lo suficientemente poderoso como para expandirse
por el suroeste. Los intentos de Babur, el primer monarca de la dinastía mogola
de la India, por conquistar Samarcanda, la capital de sus antepasados, fracasó,
por lo que trasladó sus objetivos a los pequeños y débiles reinos del norte de
la India.
Más al norte, Rusia empezó su
paulatina conquista de pueblos islámicos con la anexión de Astracán y Kazán. En
los siglos XVIII y XIX esa expansión alcanzará más al sur, hasta Irán.
Para los inicios del siglo XVI,
los musulmanes se habían extendido por las estepas y los oasis de los desiertos
de la zona. Los tres siglos posteriores serán de aislamiento y de decadencia. Decayó
el comercio a través de la Ruta de la Seda, que atravesaba Asia desde China
hasta Turquía. Su principal fuente de riqueza se encontró con la competencia de
los europeos, que habían abierto la ruta marítima rodeando África, o por el
norte, por tierras rusas. Gradualmente se fueron aislando al perder ese flujo
de personas, mercancías e ideas. La disminución de riqueza supuso también una menor
resistencia al empuje de rusos y chinos.
Los uzbecos, tribus nómadas del
norte, de origen turco, que desdeñaban las armas de fuego, se dieron cuenta de
que el Irán safávida era demasiado poderoso y constituía una firme barrera que
impedía su expansión hacia el sur y el este. Era también una barrera religiosa
-al ser chiitas- cultural, militar y política.
El kanato de Bujara fue el más
poderoso de Asia central y pudo disputar a los safávidas la región de Jorasán,
al norte del actual Irán. A mediados del siglo XVII rechazó una invasión
mogola. Bujara continuó siendo un importante centro de distribución de
productos alimenticios, un eje para los mercaderes al norte y al este de su
territorio. También fue un importante centro cultural y religioso. En 1790 había
más de 30.000 estudiantes en la ciudad, a la que denominaban “el pilar del
Islam”. Atraía a estudiantes de todo Asia central y también de la India y
Rusia.
Tres dinastías se sucedieron en
el poder: los Shaibánidas, hasta 1599, los Jamidas, hasta 1785, con doce
soberanos, y los Mangitas. Aun fueron capaces de ampliar sus territorios. Abd
Allah Khan, en la segunda mitad del siglo XVI, se anexionó Balj, Tashkent y
Ferghana. Shah Murad (1785-1800) realizó varias incursiones de conquista en los
kanatos vecinos e Irán, aunque se perdieron tiempo después y su territorio
quedó reducido a Transoxiana.
0 comments:
Publicar un comentario