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Uzbekistán 18. La mezquita de Bibi Janum.


Los que son ancianos y los que son jóvenes
todos corren un tiempo en pos de su deseo.
Este viejo universo para nadie permanecerá:
se fueron y nos vamos, otros vendrán y partirán.

Rubai de Omar Jayyam.

La campaña de Tamerlán de 1399 contra la India tuvo como resultado un inmenso botín para las arcas del gran señor. Tan sólo cinco años después había finalizado la construcción de una enorme mezquita principal o del viernes. Timur no estaba contento con el edificio, especialmente con la cúpula, que se había erigido hasta el límite de las posibilidades técnicas de la época. Casi desde el primer momento de su terminación se pudo apreciar que la construcción era inestable, estaba sometida a grandes tensiones y que su vida sería efímera. Empezaron a caer trozos de la cúpula.

A pocos minutos caminando por una avenida peatonal logramos alcanzar la mezquita de Bibi Janum (o Bibi Khanym), la más grande de su época en Asia central. Conservó ese título durante mucho tiempo ya que su patio medía 167 metros de largo por 109 metros de ancho. Pero su desmesura fue también la causa de su destrucción, como una venganza divina por atreverse a tanta vanidad. En el siglo XVI, el último kan de Bujara, de la dinastía Shaybánida, dio orden de que no se continuara con la restauración de la mezquita. Los terremotos, especialmente el de 1897, fueron derribando muros y cúpulas hasta convertir aquella joya casi en una cantera a donde acudían los lugareños para proveerse de materiales para otras construcciones.

El inicio de su salvación tuvo lugar en la época soviética, en la década de 1950. Éstos iniciaron los estudios para su rehabilitación, que se prolongó durante varias décadas, incluso después de ganar la independencia. Aquella imponente e ilustre mole lo merecía. Aunque no debían engañarse: jamás recuperaría su pasado esplendor.

Desde la calle apreciemos el volumen, una entrada lateral, una cúpula, el muro muy largo, el costado del pórtico, uno de los minaretes que adornaba una de las esquinas y que volvió a recordarnos una hermosa chimenea industrial. Pero, sin duda, al ponernos frente al pishtak, el pórtico monumental, apreciemos toda su majestuosidad. Cuentan que en su construcción participaron más de noventa elefantes traídos de la India, animales que eran completamente desconocidos en la ciudad y que debieron causar mucha admiración.

Leí que se especulaba con diferentes motivos por los que Tamerlán inició esta construcción. Evidentemente, para alimentar su ego y para mostrar al mundo su grandeza y poder. Quizá por un acto de acción de gracias por las conquistas que financiaron la obra, o como signo para pedir perdón por todo el mal que había causado y la destrucción y matanzas en Delhi y la India. Nunca lo sabremos. Clavijo, que visitó el edificio, comenta que fue edificada en honor de la madre de Bibi Janum.

Tampoco sabremos qué parte de verdad esconde otra leyenda asociada con la construcción y con Bibi Janum (cuyo nombre era Sarai-Molk Khanym), la esposa china más amada por el conquistador. Según su cuenta, el arquitecto, que era uno de esos prisioneros cualificados que Timur había concentrado en Samarcanda, se enamoró perdidamente de la esposa del sultán, hasta el punto de retrasar la finalización de la construcción. Ella montó en cólera y él quiso hacer un trato: la terminaría si le dejaba darle un beso. Ella le ofreció como alternativa que eligiera cualquier esclava que quisiera, pero él no se contentó. Al final, tuvo que acatar la petición y el arquitecto debió entregarse a su premio con gran pasión ya que dejó una marca en la mejilla de Bibi Janum.

La obra fue terminada a tiempo para la llegada de Timur, quien manifestó su entusiasmo por la mezquita, aunque apreció la huella de la infidelidad de la favorita. Dicen que al inspeccionar las obras y subir a uno de los alminares arrojó a ambos desde las alturas. Al arquitecto lo enterraron bajo un mausoleo sobre el que construyeron una biblioteca. La sultana fue sepultada en el mausoleo que se encontraba al otro lado de la calle y que ocupaba una antigua madrasa edificada a instancia suya. Si parece confirmarse que fue ella quien supervisó las obras durante la ausencia de Tamerlán.

La estructura de la mezquita era de cuatro iwanes o portadas en el centro de cada uno de los lados del patio. Seguía así el esquema tradicional persa, afirmando esa tradición pero también dejando claro su dominio sobre aquel imperio y sobre el mundo. Esos lados eran dos galerías cubiertas con una yuxtaposición de cúpulas y bóvedas, como de salas o capillas laterales. En toda su extensión podía acoger a unas diez mil personas. Las galerías prácticamente habían desaparecido. Aún se conservaban las dos cúpulas laterales y la principal sobre la sala de oración, que se ocultaba tras otro enorme pishtak. Fuimos caminando hasta él acompañados por los esbeltos árboles y el verdor del jardín.

En fotos antiguas, se desvela que la cúpula turquesa sobresalía por encima del pishtak, del pórtico. Sin embargo, en una restauración posterior, se elevó el pórtico y tapó la cúpula, que solo es visible de costado. Ello se debe a un cambio en la iconografía caligráfica en la parte superior, según leí en un artículo de Elena Paskaleva. Una adición similar se efectuó en la tumba de Tamerlán, en Gur-i Amir. En esas inscripciones se potenciaba el concepto de nación uzbeka, de pertenencia y de orgullo.

En el patio había un enorme atril de piedra donde se colocaba el Corán de Osmán, el que contemplamos en Tashkent. Era obra del nieto de Timur, Ulug Beg. Se dice que si una pareja pasa por debajo, la mujer se quedará embarazada.

La cúpula principal ascendía hasta los 40 metros, como el pishtak. La sala era de tonos claros y una decoración sencilla y variada. Una reja impedía el acceso. Contemplamos durante bastante tiempo esa cúpula interior, independiente de la exterior, una clara innovación de la época, como habíamos observado también en la tumba de Tamerlán.

Nota sobre las imágenes en blanco y negro: pertenecen al Álbum de Turkestán, edición de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, sección fotografías, referencias: LC-DIG-ppmsca-09947-00175, 176, 177, 184, 186, 191, 202

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