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Uzbekistán 13. El observatorio de Ulug Beg: el Gurjani Zij.


Los que poseían la ciencia y la sabiduría,
suma de perfección, vela encendida de sus compañeros,
no pudieron hallar la salida de esta noche oscura,
contaron fábulas y se durmieron.

Rubai de Omar Jayyam

Durante siglos, el oficio de astrólogo fue prestigioso y aportó poder y riqueza a quien lo ejercía. También podía reportar una muerte dolorosa y cruel si sus predicciones no eran correctas.
Los astrólogos, tras pasar el largo día investigando aquel enigma en el cielo, descubrieron su secreto y regresaron sonrientes, con la siguiente conclusión: si dos enemigos se juntan se debe al destino.
Este pasaje de El libro de los Reyes, de Firdusi, ilustra cómo reyes y señores acudían constantemente a los astrólogos para pedir su consejo antes de iniciar cualquier tipo de actividad. A ninguno se le ocurriría emprender una campaña, salir de viaje o iniciar una batalla sin su visto bueno. El astrólogo preparaba cuidadosamente el horóscopo de su señor y cobraba por él una pequeña fortuna. Se cuenta que la fecha de nacimiento de Tamerlán, el 8 de abril de 1336, fue realmente una fecha calculada para que la conjunción de estrellas significara un augurio de fortuna. Los astrólogos se preocuparon de que el gran héroe lo fuera por conjunción divina.

Por eso, era habitual que se emprendiera la construcción de enormes y sofisticados observatorios que permitieran la contemplación de las estrellas para servir a las artes de la adivinación. Omar Jayyam, como hombre científico, además de poeta, ejerció como astrólogo y le reportó muchas riquezas. Nuestra siguiente visita fue el observatorio de Ulug Beg, el nieto favorito de Tamerlán.

El observatorio era muy popular entre los habitantes de la ciudad. En general, era habitual encontrar turismo local formado por grandes familias que abarcaban desde los abuelos a los nietos. La cultura estaba arraigada en estas gentes, que nos saludaban cariñosamente y que se ofrecían para ser fotografiados, amén de querer hacerse fotos con nosotros. Los turistas extranjeros no eran muy abundantes y por ello éramos un elemento exótico.

Subimos unas escaleras hasta la escultura de Ulug Beg. El sultán astrónomo no duró mucho en el trono como kan -dos años- pero fue gobernador de Samarcanda desde 1409 hasta 1447, fecha en que sustituyó a su padre, Shah Rukh, que dirigió los dominios a la muerte de Tamerlán. Quizá le hubiera gustado seguir la política de su padre, que no inició nuevas campañas de conquista y que mantuvo una buena relación con la dinastía china de los Ming. Sus errores políticos le llevaron al enfrentamiento sus sobrinos y con su hijo, Abd al-Latif, que le venció y dio orden de que fuera decapitado mientras realizaba la peregrinación a La Meca. Triste fin para un dirigente culto y sofisticado que con gusto hubiera dejado sus responsabilidades políticas en otras manos para consagrarse a la ciencia. Su escultura estaba rodeada de un arco con la representación de los planetas. Un cráter lunar y un asteroide llevan su nombre.

El Gurjani Zij, el observatorio, fue construido en la década de 1420. Era un edificio redondo de tres plantas que pudimos contemplar en una maqueta del museo, porque el observatorio fue destruido en 1449, tras la muerte del sultán, por fanáticos religiosos que no veían con buenos ojos los avances científicos. Parece que la ciencia y la religión no se llevaban demasiado bien.

Lo que sí que ha llegado hasta nuestros días es el arco que se utilizaba para determinar el mediodía y que fue descubierto por el arqueólogo Vyatkin en 1908. Era el sextante Fakhri, que se construyó bajo tierra para preservarlo de los terremotos. Fue el mayor cuadrante de su época, con un radio de 40,3 metros. La esfera armilar y el astrolabio no han llegado a nuestros días, aunque se podía contemplar su reconstrucción en maquetas del museo. El sextante era iluminado por varios lucernarios.

El museo informaba (confirmado en Internet y especialmente en Wikipedia) que el observatorio aglutinó a un buen número de especialistas (además de a Ulug Beg), como Al-Kashi o Ali Qushji. A Al-Kashi se debe el primer desarrollo del número pi. Por ello se le conoció como el segundo Ptolomeo. Éstos científicos desarrollaron su labor de investigación y difusión en la madrasa que construyó el sultán en Registán. Todos ellos dejaron importantes tratados, como Sobre la supuesta dependencia de la filosofía de la astronomía, de Ali Qushji, que ahondaban en la independencia de la astronomía respecto de la filosofía natural. A la muerte del sultán se trasladó a Herat, Tashkent y Tabriz para ser destinado finalmente como embajador ante la corte otomana, donde continuó con sus trabajos.

El museo agrupaba diversos materiales de gran interés, como maquetas, como tratados de astronomía, ediciones del relato de Ruy González de Clavijo o el Zafarnoma, la narración de la vida de Tamerlán, instrumentos astronómicos, ilustraciones de la época y explicaciones sobre la labor del sultán y su corte de sabios.

Aquí se actualizaron las tablas astronómicas de los movimientos planetarios que se conocían como las Tablas Iljaníes. Su actualización y perfeccionamiento se publicó como las Tablas Sultanianas, un preciso catálogo de estrellas. En ella se establecía el año sideral en 365 días, seis horas, 10 minutos y 8 segundos, con una desviación al alza de 58 segundos. Por ello, era justo que apareciera en un cuadro acompañando a los grandes matemáticos y astrónomos europeos que habían revolucionado esta ciencia.

Aún hubo tiempo para dar un paseo por la zona ajardinada y contemplar desde aquella altura los campos y las casas de Samarcanda. Los árboles impedían una visión más completa.

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