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Imágenes y palabras de Etiopía 37. Los siete santos romanos.

 


Un siglo más tarde llegaron “los nueve santos romanos”, que fueron recibidos por el rey Ela Amida II. Desde Áxum se desperdigaron por todo el territorio del reino. Eran los tiempos del rey Caleb (493-534). El dominio sobre los territorios en el sur de Arabia se había ido desvaneciendo.

Colonias judías de esta zona –escribe González Núñez- habían hecho causa común con los paganos en oposición a los cristianos, a quienes identificaban con los dominadores de allende el mar. Dhu Novas, un reyezuelo de religión judía, inició una sangrienta persecución en las ciudades de Zafar y Nagram, martirizando a centenares de cristianos.



La reacción inmediata llegó desde Constantinopla por el emperador Justino, quien pidió al rey de Áxum que interviniera. Ya lo tenía decidido con anterioridad. La campaña fue un éxito y Dhu Navas aplastado. A su regreso, abdicó en su hijo Guebre Meskel y se retiró de la vida mundana para convertirse en ermitaño junto a su querido maestro, Pantaleón, uno de los nueve monjes venidos de Rum, los nueve santos de Roma, de los que da cuenta Reverte en Dios, el diablo y la aventura:

Dos de ellos, Pantaleón y Licano, tienen nombres griegos, en tanto que los otros siete muestran orígenes sirios o armenios: Afsé, Guerima, Guma, Sehma, Alef, Yimata y Arewagi. Parece ser que la mayoría de estos monjes pudieron ser católicos, pese a que la Iglesia copta de Alejandría había escapado ya de la obediencia a Roma tras el concilio de Calcedonia, en el siglo IV. No obstante, hoy se tiene por cierto que la iglesia etíope no pasó a ser dependiente de la de Alejandría hasta el siglo VII.

Era curioso que, como una premonición, en el Salmo 68, versículo 32, se leyera: “Vendrán príncipes de Egipto,/ y Etiopía se apresurará a presentar sus manos a Dios”. Quien lo escribió había acertado un pronóstico con varios siglos de adelanto. Etiopía debió ser durante siglos el objetivo de los avances de las religiones preponderantes de la zona y ese deseo se recogió en el texto de la Biblia.

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