La obra cumbre de Vasov y de la
literatura búlgara del siglo XIX era Bajo el yugo, a la que he hecho
referencia anteriormente. El libro lo inició en su exilio de Odessa y fue
publicado en 1894. Lo leí a mi regreso y me enganchó por su realismo
perfectamente imbricado en la historia de los meses previos de ese
levantamiento fallido de 1876. Era una novela de aventuras, de intrigas, de
luchas heroicas y amores románticos imposibles en diversos escenarios
geográficos, entre una ciudad de provincias, las aldeas, los campos y las
montañas. Su carácter moralizante y educativo, lógico por el retraso formativo
del pueblo, fue criticado por el grupo en torno a la revista Misal (Pensamiento)
al que pertenecían Yabarov y Slaveykov. No compartían su “realismo directo,
lineal, explicativo pero no sugerido”, como destacaba Juan Eduardo Zúñiga en el
prólogo de la edición de Editorial Bruguera.
El libro dejaba muy claro
quiénes eran los buenos y los malos: los patriotas búlgaros y los opresores
turcos. Los ejemplos abundaban. Me llamó la atención uno que se desarrollaba en
el capítulo XI de la primera parte. Simbolizaba la diferente actitud de quienes
representaban a cada bando en los exámenes públicos de las niñas del convento
de monjas. Cualquiera podía plantear preguntas y el cruel Stefchov, colaboracionista,
quiere demostrar su poder mediante la opresión en forma de cuestiones
enrevesadas de historia de Bulgaria. Las niñas se sienten atemorizadas, que es
lo que pretende. No contestan, lloran, se marchan destrozadas. Él critica la
enseñanza, critica la nueva forma de educar en búlgaro que se abría paso con
fuerza.
En ese ambiente hostil y
asfixiante interviene Ognianov, el héroe que ha conseguido huir de la tenebrosa
prisión de Diarkebir, en Asia Menor, a donde se llevaba a los presos que se alzaban
contra los turcos. Le echará en cara la formulación compleja de las preguntas
que formula a esas niñas de tan tierna edad. Se ganará con ello su odio eterno,
que se manifiesta de forma constante en el libro. Las vuelve a plantear con
claridad, responden correctamente, respira agradecida la profesora, Rada, la
que será su enamorada, y la mayoría del público que ha asistido. El movimiento
de liberación triunfa. Ese será el secreto para que caiga el opresor.
Al ver aquellas fotografías, las
condecoraciones, los libros, tuve la impresión de que Ognianov, Stefchov, Rada,
el médico Sokolov, los chorbayis (campesinos ricos) Jordan y Marko, o
los demás personajes me arropaban, aunque aún no los hubiera descubierto, de
ahí lo mágico.
La historia y el pueblo búlgaro
habían impregnado su obra, como sus dos primeros volúmenes de poesía patriótica,
El estandarte y el rabel y Liberación. La época posterior a la
liberación se desarrollaba en su obra Tierra nueva, de 1894. La guerra
contra Serbia en Slivnitsa; las guerras balcánicas en Bajo el fragor
de las historias; La Primera Guerra Mundial en Nuevos ecos; y la
derrota contra los Aliados en la Gran Guerra en No perecerá, en la que
intentaba devolver al pueblo la fe en la patria.
También fue autor de libros de
viajes, como El gran desierto de Rila y En el corazón de los Ródopes.
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