A tres manzanas, por Graf
Ignatiev, alcancé la hermosa iglesia de los Siete Santos (Sveta
Sedmochislentsi). Sobre ese solar hubo un templo pagano dedicado a Asclepios.
En el siglo XVI el sultán Solimán el Magnífico mandó construir la mezquita Negra,
que tras su abandono después de la liberación de los turcos fue transformada en
iglesia. Antes de esa transformación fue utilizada como almacén y prisión. El
nombre de mezquita Negra procedía del color del mármol de su alminar ya
desaparecido.
La transformación de mezquita en
iglesia supuso la construcción del nártex y un campanario. También, una
modificación de la cúpula. Toda esa transformación era más evidente al rodear
completamente la iglesia.
En las inmediaciones se alzó
durante el periodo otomano una madrasa (una escuela coránica), un
caravasar y unos baños. Su desaparición supuso la apertura de la actual plaza.
Me encantó el interior. Los
muros, arcos y cúpulas estaban completamente repletos de frescos que brillaban
con la potente luz que penetraba. Combinaban elementos antiguos y modernos.
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