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Viaje a Alaska y Canadá 77. Juneau y La leyenda de la ciudad sin nombre.


 

Al leer sobre el nacimiento de Juneau, me acordé de la película La leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your wagon, título original que también era el del musical adaptado), protagonizado por una esplendorosa Jean Seberg, de la que quedé enamorado durante mucho tiempo, Clint Eastwood y Lee Marvin. El director era Joshua Logan. En la película, el descubrimiento de oro es absolutamente casual y rápidamente el campamento de mineros se va convirtiendo en una ciudad divertida, juerguista, frívola y tabernaria. Sin duda, el crecimiento de Juneau siguió un desarrollo parecido. No dejes de ver esta película, un clásico del cine. Me sigue encantando escuchar la canción Wandrin’ star con la voz de Lee Marvin, que muestra su lado más nostálgico. La vida de los buscadores de oro era como la de una estrella errante.

El descubrimiento de oro en Juneau fue más científico. El ingeniero alemán George Pilz tuvo conocimiento de hallazgos en la zona costera del territorio tlingit, nos cuenta Javier Reverte. Para confirmar esos datos, propuso al jefe Cowee, de la bahía de Auke, intercambiar información por regalos, como mantas de lana. Le llevó algunas muestras y Pilz decidió embarcarse en la búsqueda, para lo que contrató a los ingenieros Richard Harris y Joseph Juneau.

El jefe Cowee les condujo por el canal de Gastineau, que separa Juneau de la isla de Douglas, hasta Salmon Creek, el Arroyo del salmón. Aguas arriba, encontraron los primeros rastros de oro. Regresaron a Sitka para reaprovisionarse y volvieron a remontar el curso del arroyo hasta la montaña. Bajaron un valle y en los alrededores de Gold Creek, el Arroyo del Oro, como lo bautizaron, encontraron oro en octubre de 1880. Rápidamente el descubrimiento atrajo a más mineros y la ciudad empezó a poblarse hasta alcanzar en breve plazo los veinte mil habitantes. Esa población necesitaba servicios y fueron apareciendo de una forma más o menos caótica, como ocurría en la película.

Bautizada inicialmente como Harrisburg y modificada por voto popular la denominación a Rockwell, por el oficial norteamericano que acudió a poner orden en la ciudad, a finales de 1881, Juneau se quejó de que ningún distrito le recordaba. Los mineros votaron cambiar el nombre por el del ingeniero de origen francés. Ambos hicieron una pequeña fortuna, muy superior la de Harris sobre la de Juneau.

En mayo de 1880 encontraron oro en la vecina isla de Douglas, cuya mina fue registrada a nombre de un franco-canadiense que la vendió a John Treadwell. Abrieron otras más. En 1917 se hundieron las galerías y se destruyeron las instalaciones. Quizá los guionistas de la película se inspiraron en este hecho para la hilarante escena final.

Tanto Harris como Juneau están enterrados en el cementerio de la ciudad, al que fueron trasladados tras morir, el primero en Oregón, en 1907, y Juneau en Dawson, en 1899, a donde se había acercado en busca de nuevas oportunidades auríferas.

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