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Viaje a Alaska y Canadá 76. Un serio inconveniente.


 

La noche anterior había surgido un desagradable imprevisto que podía marcar nuestro viaje. Nos llenaba de intranquilidad. La información que nos habían facilitado inicialmente cuando contratamos el crucero nos permitía tomar el vuelo contratado para Calgary a las 10 de la mañana del domingo, cuando concluía nuestra navegación. Sin embargo, la nueva información establecía que el barco atracaría a las 7:30 de la mañana. No se podría iniciar el desembarco hasta las 7:45. Había que pasar control de aduanas, lo cual podía demorarnos media hora e iniciar el desplazamiento al aeropuerto. La estación estaba junto a la terminal de cruceros. El desplazamiento al aeropuerto podía implicar unos 30 minutos. Además, había que facturar las maletas. Entre controles y restricciones nos asaltó la duda de si habría tiempo suficiente para completar todo el proceso y no perder el avión. No cuadraban los números.

Javier nos dio una buena noticia: la tarifa de nuestro vuelo era flexible, lo que permitía cambiarlo. Por WestJet, la aerolínea, resultaba imposible. Por la plataforma utilizada para sacar los billetes, llegamos a chatear con un agente que nos informó que no había asientos para el siguiente vuelo de las 13 horas. Era extraño porque luego aparecían plazas al hacer una búsqueda. El vuelo WS116, de las 14, no estaba lleno.



En ese momento se abrió un debate para estudiar alternativas para el caso de que perdiéramos el vuelo. Desplazar todo el itinerario un día no parecía viable ya que estaba todo lleno y era improbable que pudiéramos obtener nuevos hoteles. Además, no podríamos anular las reservas ya efectuadas sin perder todo lo pagado. Ir en coche supondría pagar el recargo por dejar el vehículo en otro lugar y tragarse 1076 kilómetros de desplazamiento. En autocar eran unas 14 horas y desconocíamos los horarios. Nos acostamos francamente intranquilos.

A la hora programada decidimos reanudar el chat de la noche anterior. Nos daban una buena noticia y otra mala: había disponibilidad, pero a 418 euros por cabeza. Tras un breve debate decidimos rascarnos el bolsillo porque la posibilidad de anular lo contratado en las Rocosas o modificarlo era una entelequia.

Cuando todo parecía solucionado y nos mandaban el enlace para pagar, resultó que no llegaban los mensajes de confirmación de las entidades bancarias y no podíamos abrir las aplicaciones de los bancos. Javier y José Ramón contrataron la wifi del crucero, que funcionaba fatal, y parecía bloquear todo acceso de datos, como fuimos comprobando uno a uno. Tras dos horas de gestiones conseguimos hacer el pago a través de José Ramón.

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