Esta asimilación forzada la había estudiado en el caso de Australia cuando preparaba mi libro Paisajes de vida y de frontera, y que se hizo popular a través de la película Australia, protagonizada por Nicole Kidman y Hugh Jackman. La Ley India de 1876 (según reflejaba un artículo publicado por Hermanium, en enero de 2022) obligaba a los indígenas a vivir en reservas designadas. Abandonaban forzosamente sus tierras. En 1920, una modificación a esa Ley obligaba a los niños con edades entre los 5 y 7 años a asistir a las escuelas residenciales, como Kamloops. Financiadas por el Gobierno, fueron gestionadas por las diversas iglesias del país, siendo la mayoritaria la católica (entre el 60-70 por ciento). Desde 1863 hasta 1998 sufrieron esa política más de ciento cincuenta mil niños indígenas, como indicara anteriormente. El Papa Francisco pidió perdón por la complicidad de la Iglesia Católica con esta atrocidad.
“No se les permitía hablar su
idioma o practicar su cultura y muchos eran maltratados y sufrían abusos”,
resaltaba un reportaje de la BBC de junio de 2021. A esas conclusiones llegó la
Comisión de la Verdad y la Reconciliación de 2008. “Estas medidas -afirmaba en
el resumen de su Informe- fueron parte de una política coherente para eliminar
a los aborígenes como pueblos distintos y asimilarlos a la corriente principal
canadiense en contra de su voluntad”. Los niños eran encerrados en edificios
mal construidos, con poca calefacción e insalubres, sin personal médico
cualificado, lo que supuso la muerte de muchos de ellos. Y se optó por
eliminarlos de los registros oficiales y darles por desaparecidos, con el drama
que ello suponía para las familias, que no podían realizar sus ritos y
ceremonias a los difuntos, donde el cuerpo material ocupa un papel central para
su permanencia social, destacaba Veldon Coburn. “El Gobierno Canadiense siguió
esta política de genocidio cultural porque deseaba desprenderse de sus
obligaciones legales y financieras con los aborígenes y hacerse con el control
de sus tierras y ancestros”, afirmaba el Informe.
En 2020, Canadá implementó la Declaración
sobre los derechos de los pueblos indígenas de la ONU y así “revitalizar y
proteger las lenguas indígenas, recuperar y preservar áreas ambientales
relacionadas con la cultura indígena, reducir el número de niños indígenas bajo
tutela estatal y mejorar el acceso a la justicia”, según el artículo de
Hermanium. El 30 de septiembre se designó como Día de la Camiseta Naranja,
prenda que fue popularizada por una activista indígena. Su objetivo era concienciar al país sobre los
derechos de los pueblos indígenas.
El cambio de tendencia y de
conciencia lo encontramos por todos los lugares por los que transcurrió nuestro
viaje. Habían respetado muchos de los topónimos indígenas, identificaban en
cada zona a quienes fueron sus primeros habitantes, se habían revitalizado las
costumbres y los ritos, aunque en muchos casos con fines turísticos, ya que lo
indígena vendía bien, atraía a los curiosos que querían sumergirse en su mundo.
Lo indígena se había asociado con lo sostenible, con lo edénico, con el respeto
a la tierra y la comunión con su fuerza ancestral.
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