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Los saris son el color de la India 179 (2011). El Fuerte Rojo II


 

Entre la mezquita de la Perla y el Diwan-i-Am se ubicaba el antiguo Bazar Mina, donde los comerciantes exponían sus mercancías para los nobles y la corte. Fue el lugar del encuentro entre Mumtaz y Sha Yahan en una de las ocasiones en que las mujeres de la corte se convertían en vendedoras.

El pabellón abierto era donde se celebraban las audiencias públicas. Era de arenisca roja con estuco blanco pulido, lo que no se adivinaba a primera vista. La simulación del mármol era perfecta. Protegía la piedra y era la base para aplicar sobre ella una nueva decoración.



El trono del emperador estaba al fondo. Se conectaba por esta parte con las estancias reales. Desde esa posición recibía a los embajadores, atendía las peticiones de sus súbditos y administraba justicia. El emperador era un ser accesible a sus súbditos. El encadenado de columnas era elegante, precioso, una sucesión de lóbulos en los arcos que tomaban formas caprichosas. A ambos lados, unas habitaciones permitían a las mujeres contemplar las evoluciones a través de celosías. Las recepciones siempre eran un espectáculo. Los nobles que flanqueaban al emperador lucían sus mejores galas y se desplegaba un ritual que impresionaba a los asistentes. Un momento importante era cuando se producía el desfile de los animales pertenecientes al emperador.

-Las primeras construcciones son de la época de Akbar y datan de 1565 y 1574. Utilizó principalmente la arenisca roja. Los edificios en mármol blanco se deben generalmente a su nieto, Sha Jahan.



A la derecha, la mezquita Najina tampoco era accesible. Era la mezquita de la zenana y fue construida por Aurangzeb. Los jardines eran trabajados con paciencia por los jardineros que utilizaban una maquinaria pleistocénica. En el centro, la tumba gótica de Corvin desentonaba un poco.

-Las estrellas de seis puntas, como si fueran estrellas de David, simbolizan al emperador Akbar-comentó mi tío mientras avanzábamos en la visita.

Nos colamos hacia otro de los patios. El fuerte era una sucesión de patios, galerías, estancias, zonas creadas por cada emperador para superar a su antecesor y pasar a la posteridad. Estaban vacías, despojadas de sus muebles y adornos, del ajetreo de la corte, ajenas a las conversaciones y las tramas que se tejían entre sus muros.

 

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