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Lo saris son el color de la India 180 (2011). El Fuerte Rojo III


 

Atravesamos el Machhi Bhawan, o Pabellón del Pescado. Se dice en una versión a la que tuve acceso que una vez al año se celebraba aquí el mercado donde las mujeres de palacio vendían sus mercancías. También se comenta que el nombre procedía de un estanque que ocupaba el centro del patio. Su antiguo esplendor quedó eclipsado por el expolio. Parte de sus adornos se vendieron en subasta por el gobernador de la India.

Leímos que al tomar la ciudad y el fuerte el rajá de Bharatpur, a mediados del siglo XVIII, construyó un templo hindú. No lo localizamos, aunque estaba al costado derecho. Quizá fuera parte de las estancias cerradas. Como las Chittor Gates, donde Akbar guardó los trofeos de su victoria sobre la antigua capital de los Mewar.



El Diwan-i-Khas, la sala de audiencias privadas, de mármol blanco y elevado sobre el primer piso, gozaba de una decoración floral que merecía una parada para admirarlo. Acogió en el centro el trono del pavo real que adornaban piedras preciosas. Las crónicas establecen el coste del trono en 107 millones de rupias. Sha Yahan era en aquel entonces el hombre más rico del mundo con unos ingresos de unos 220 millones de rupias anuales. Una buena parte se gastó en campañas que terminaron con pírricas victorias y conquistas que no pudo consolidar. El prestigio de invencibilidad del imperio quedó en entredicho. Desgraciadamente, esa recaudación fue a costa de estrujar al pueblo. La ineficacia administrativa cayó en la misma medida en que creció la burocracia.

Las tres crónicas sobre su reinado fueron escritas por cortesanos y su texto pasó por el tamiz de la aprobación del emperador. Se presenta como un ser grandioso, sujeto al formalismo persa en la corte, al autocontrol. No bebía, era un ortodoxo musulmán. Era el hombre detrás de la máscara. Un hombre de una gran promiscuidad cuando falleció su esposa favorita. Hasta se rumoreaba que hubiera mantenido relaciones ilícitas con su hija predilecta, Jahanara.



Dos asientos, uno blanco y el otro negro, eran ocupados por el emperador y su hijo, con cierto tono de enfrentamiento por el poder. Las relaciones familiares en la estructura del imperio fueron bastante tormentosas. La historia protagonizó el enfrentamiento entre padres e hijos y entre hermanos por hacerse con el control. El trono negro era para Jahangir y por la inscripción supimos que conmemoraba su nombramiento como heredero. Desde él podía contemplar el paso de los barcos por el río o las peleas de elefantes en una explanada más allá de las murallas. Está atravesado por una fisura y se dice que se abrió cuando el rajá de Bharatpur puso su pie sobre él.

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