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Los saris son el color de la India 152 (2011). Jaipur, City Palace: Pitam Niwas Chowk y Chandra Mahal.


 

Recorrimos la armería, en el Anand Mahal, donde exhibían una completa y curiosa colección de armas, en muchos casos acoplada a la pared en forma geométrica.

El patio Pitam Niwas Chowk tenía la peculiaridad de que cada una de sus puertas representaba una estación del año y estaba dedicada a un dios hindú. La puerta del Pavo Real era espectacular, con una decoración viva que simulaba el plumaje de esta ave. Estaba dedicado a Vishnú, el dios conservador de la trinidad hindú. Representaba el otoño. La puerta del loto, a Shiva-Parvati y al verano; la puerta verde era la de la primavera y se dedicaba a Ganesh; y la puerta rosa, al invierno y a la diosa Devi.

 

El edificio que se asomaba al patio era el Chandra Mahal, que continuaba siendo la residencia privada de la familia real de Jaipur. Lo coronaba la enseña de la dinastía, un tercio más grande que las banderas habituales. Sus siete pisos destacaban sobre el resto de los edificios. Cada planta tenía un nombre específico.

En un lateral de un patio estaba la Asociación de Amigos del Palacio, dedicada a la comercialización por los propios artistas de sus obras. No había comisionistas y lo que se ofrecía era de una gran calidad. Hasta aquel momento no habíamos realizado grandes compras y deseábamos ir completando los regalos para la familia.


Mi tío comentaba que en Jaipur habían visitado una fábrica de alfombras y tejidos, una joyería donde compró una hermosa figura de madera del dios Shiva y unas miniaturas mogolas en un lugar del bazar que no podía precisar al estar en uno de los callejones laterales. Lo que más me atraía era la pintura. Nos acercamos al puesto de uno de los artistas y nos mostró verdaderas joyas. El precio no era exagerado para su calidad. Mi tío me vio indeciso aunque enamorado de algunas de las obras. Me animó y acabamos comprando miniaturas de Ganesh, una escena de caza y dos escenas cortesanas.

Seguía diluviando. Pasar de una estancia a otra o de un patio a otro no era demasiado incómodo. Se resintieron las fotografías de los exteriores. Nos asomamos a la cafetería, en uno de los laterales. En casa de mi tío había observado unas fotos de un niño ejecutando un baile tradicional con gestos amanerados mientras descansaban en la cafetería.

Quedaba por visitar el Jantar Mantar. Hacia él nos dirigimos bajo la protección del paraguas.

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