Baadi Mahal era un patio amplio, un jardín con
esbeltos árboles y un pilón cuadrado en el centro y estaba rodeado por una
hermosa arcada. En uno de sus extremos encontramos una fuente cubierta en un
ambiente sombreado y tranquilo donde se filtraba la luz a través de cristales
de colores en las ventanas.
Otro patio, más pequeño pero más atractivo, ofrecía unas estancias abiertas con bonitos trabajos en mosaico. Badi Chitrashali estaba rodeado por los palacios de Krishna, Shiv Vilas y Madan, de uso privado del rey. Un mural con una escena de la corte ayudaba a identificarlo. Nuevamente las vistas sobre el lago Pichola eran extraordinarias. Algunos de los azulejos habían sido diseñados en Holanda y reflejaban escenas de la natividad, algo bastante peculiar.
Más impresionante era Mor Chowk o el patio de los pavos reales por las representaciones de estos animales que simbolizaban Rajastán. Atesoraba 5000 piezas de mosaicos. El balcón ocupaba el muro principal junto con los mosaicos de nobles.
Los Mewar se consideraban descendientes del dios sol, Surya. Todas las mañanas el maharana le honraba en una ceremonia. En el Surya Chopar, el cuadrado del sol, se exhibía un enorme sol con bigote y rayos plateados, en metal, encerrado en una vitrina.
El retrato del último maharana que gobernó en la
ciudad aparecía vestido ricamente a la forma tradicional, con su espada, como
correspondía a un guerrero. Su mirada era franca y amigable. Era el tipo de
príncipe que había sabido compatibilizar la tradición de la relación paternal con
la modernización de su reino. Para ello se le concedió una larga vida y reinado.
Contemplamos su cuarto de baño y la báscula donde se sentaba para ser pesado y cumplir con ese ceremonial de regalar al pueblo su peso en oro. La estancia estaba adornada con hermosas pinturas, como otras por las que habíamos pasado en nuestra visita.
Los espejos y el cristal de colores eran elementos habituales en la decoración de los palacios de Rajastán. Buena muestra eran Manak Mahal y Moti Mahal, el palacio de la perla. Los rayos del sol se matizaban e inundaban las estancias con mayor dulzura.
El último patio era el Zenana Deodhi, de principios del siglo XVIII. Pertenecía a la parte del palacio destinado a las mujeres. La puerta era extraordinaria.
Nuestra visita terminó con otro amplio patio que parecía destinado a cafetería o restaurante con sus esqueletos de sombrillas. Por Suraj Pol, la puerta del sol, salimos a la calle y nos encaminamos hacia Bagore Ki Haveli, junto al lago. En las tiendas de Manek Chowk compramos unos libros.
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