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Los saris con el color de la India 65 (2011). Jaisalmer en el horizonte.


 

El trayecto hasta Jaisalmer fue amenizado por música romántica india de voces acarameladas, violines, percusión y coros de gorgorito. Ante nuestra vista discurrían las primeras flores amarillas. No sé por qué nos emocionaron. Las zonas cultivadas estaban encerradas en vallas. El horizonte se pobló de molinos eólicos.

Un grupo de colegiales caminaba con los pies descalzos a una temperatura de 30 grados. Ellos llevaban camisa azul y pantalón gris y ellas la misma camisa azul adornada con una especie de alitas blancas en V, por delante de esa camisa.

En una charca se habían reunido las vacas del entorno a disfrutar de un poco de agua. Al otro lado, un rebaño de camellos estaba preparado para que los turistas iniciaran un paseo por el desierto.

Habíamos observado que las gasolineras eran modernas y estaban bien montadas. Sin duda, no se escatimaba el dinero en ese negocio. Contrastaban con las casas de adobe, los cercados de mdera o barro.

A unos 100 kilómetros de Jaisalmer paramos en el Pokaran Desert Resort para comer. Cómo no, comimos pollo, esta vez frito y con una especia que le daba un singular color rojo. También comimos malai kofta, una especie de croqueta de patata con tiras de queso y salsa densa de curry. Menos mal que no picaba.

 

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