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Dos peregrinos en tiempo de pandemia 21 (Camino Inglés). Modernos báculos.

 


He tenido la ocasión, o el privilegio, de poder contemplar varias veces el Pórtico de la Gloria. Después de la amplia restauración que le ha devuelto la policromía original y su pasado esplendor sólo he podido observarlo con la aplicación diseñada por la Fundación Barrié. La ventaja es que puedes analizar hasta el más mínimo detalle, con calma, sin apreturas, desde la comodidad de tu casa.

Si te decides a emprender ese estudio fíjate en el báculo en que se apoya el Apóstol. Verás que tiene forma de tau. Hasta 1460, todas las estatuas sagradas presentaban báculos con esa forma. El chivatazo se lo debo a Fernando Sánchez Dragó y a su libro Gárgoris y Hábidis. En el capítulo correspondiente al Camino de Santiago, sobre el que volveré varias veces, informa que la tau “era letra indispensable en el cuadrado mágico de los alquimistas y diagrama henchido de resonancias esotéricas entre los hombres de la antigüedad”. Quizá por esas connotaciones paganas cayó en desuso o fue anatemizado. Los gallegos lo utilizaron hasta inicios del siglo XVI.

Esa forma de tau remataba la larga estela de la Vía Láctea, del Camino de las Estrellas, del Camino de Santiago. Sobre el cielo de Finisterre, continuaba Sánchez Dragó, brillaba la constelación del Tahalí o de las Tres Marías o Báculo de Santiago, con la misma forma. Prometo apuntarme a un curso de astronomía.

Más curioso me pareció el uso del báculo del peregrino, que reseñaba también en su obra:

Según el astrónomo Lehmann-Nitsche, el báculo jacobeo es y pudo ser una especie de cuadrante o instrumento de orientación. Para ello basta con añadirle un palitroque corredizo que se levante hasta formar un ángulo recto con la cachaba. Este sencillo artilugio permite calcular la altura de los cuerpos celestes y enderezar, con arreglo a la misma, los inevitables despistes del profano que se adentra por los caminos nuevos.

Aquella mañana, al observar mi bastón, que habitualmente colgaba de la cinta y de mi muñeca, no encontré nada del carácter mágico o romántico del báculo. Era recto, retráctil, ligero, útil en las subidas y bajadas, nos daba seguridad, nos acompañaba en el llano. Ni rastro de la forma en tau, con lo que carecía de propiedades orientadoras. Para eso estaba la brújula del móvil y aplicaciones como Google Maps, menos sugerentes, pero enormemente eficaces, sobre todo para encontrar los hoteles o para alguna referencia urbana.

Sin duda, el moderno peregrino desconocía la utilidad del antiguo báculo en forma de tau. Los báculos actuales eran signos distintivos del caminante con destino a Compostela.

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