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Una saga islandesa en autocaravana 55. Dinero de plástico y monedas para la ducha.


En Islandia se había impuesto el dinero de plástico, el pago con tarjeta de crédito. En ningún momento nos exigieron metálico, por lo que no cambiamos coronas islandesas a lo largo de todo el viaje. Únicamente lo exigían, según nos habían comentado, para pagar el autobús del aeropuerto. Como no lo utilizamos (tampoco otros autobuses) no tuvimos necesidad de billetes o monedas.
La noticia no era nueva ya que nos habían informado de ello. Quizá nuestra sorpresa fue que no importaba que la cantidad fuera pequeña, como ocurre en otros pses, donde les molesta enormemente por las comisiones que se ven obligados a pagar. Incluso, para entrar en los servicios de pago en gasolineras u otros lugares públicos, había terminales para pagar por este medio.
Los billetes y las monedas los vimos principalmente en los botes para las propinas. Las monedas se habían quedado prácticamente relegadas para el uso del agua caliente en las duchas o para las lavadoras, cuando ofrecían este servicio en los campings. Y ese día el agua caliente funcionaba con este sistema.
Como somos aficionados a coleccionar monedas, aproveché esa mañana para hacerme con dos juegos completos consistentes en piezas de 1, 5, 10, 50 y 100 coronas. Estas últimas eran las destinadas al agua caliente y las lavadoras. Pedí cuatro monedas más de 100 coronas y, por supuesto, las aboné con la tarjeta.
Los motivos que adornan las monedas o los billetes suelen reflejar aspectos de la historia y de la vida cotidiana de los países. En el caso de Islandia, en la cara posterior incluían elementos marinos, un cangrejo o centollo, unos delfines o peces variados. El mar estaba muy presente en la vida de los irlandeses que, además, seguían manteniendo una estructura de granjas diseminadas por toda su geografía. En la parte anterior, el escudo reflejaba un personaje que vinculé con las sagas, un caballo, una vaca o buey, y lo que interpreté como un gallo.
La experiencia con las monedas y el agua caliente fue bastante divertida. Entramos en una de las duchas los dos, a pesar del escaso espacio. Una moneda de 100 coronas daba para tres minutos. Mientras uno se daba un agua rápida, el otro esperaba. Rápidamente, salía el uno, se enjabonaba fuera con diligencia y presteza, cuando estaba le tomaba el relevo el otro, que aprovechaba para enjabonarse a su vez, mientras se quitaba el jabón el uno, salía, y el otro se enjuagaba a toda prisa. Por extraño que parezca, conseguimos ducharnos los dos con agua caliente con una sola moneda. Por si acaso, nos rociamos bien de desodorante. Fuera, los que esperaban, alucinaron con nuestra ejecución de record Guiness.

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