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Una saga islandesa en autocaravana 47. Kirkjubaejarklaustur.


Hasta Kirkjubaejarklaustur, Klaustur, para ser prácticos, había varios desvíos y excursiones interesantes, aunque hubieran implicado en muchos casos utilizar un vehículo todoterreno. La carretera 208 subía hasta el río Skaftá, que nacía en el glaciar Vatnajökull. Más hacia el nordeste, antes de Klaustur, estaba el cañón Fjadrargljúfur. Por la F206 se llegaba a Fagrifoss, Laki y Lakagigar. Sin embargo, continuamos hasta el pueblo.
Klaustur era el pueblo más grande de la zona. Contaba con 120 habitantes, algunas hermosas casas, todos los servicios necesarios (repostamos y compramos comida) y algunos lugares interesantes de visitar a las afueras. La guía informaba que estuvo habitado por monjes irlandeses (papar) hasta la llegada de los vikingos. En 1186 se fundó un convento (klaustur) de benedictinas cerca de la iglesia (kirkju). Baejar significaba granja. A partir de aquí era complicado abastecerse.

No realizamos el Klaustur Trail, un sendero de 20 kilómetros que rodeaba el pueblo y unía varias atracciones. Nos fuimos directamente hacia Systrafoss (o Stjárnarfoss, según un indicador). No era fácil acceder a las “cascadas hermanas” ya que había una valla de alambre que impedía el acceso. Entramos por una zona de acampada, avanzamos por el riachuelo y contemplamos esta hermosa cascada, como casi todas las del país. Se abría paso en un hueco de las montañas.
Lo que no encontramos fue la escalera que conducía al “lago de las hermanas”, Systravatn, que era donde antaño se bañaban las monjas. Una leyenda contaba que un día dos monjas que acudieron a bañarse vieron salir del agua una mano con un anillo de oro. Intentaron agarrarlo, pero fueron arrastradas al fondo. Quizá aquel cuento popular lanzaba un mensaje en contra de la acumulación de bienes terrenales.
Nos quedamos en una amplia pradera gozando del sol.
Cuando regresábamos hacia la carretera encontramos el desvío para Kirkjugólf, el suelo de iglesia, “que era realmente unas columnas de basalto, alisadas y cimentadas con musgo. Habíamos visto bastantes y no queríamos retrasarnos.

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