Fotografía de la denominación de origen de El Hierro.
Los
menús del parador me han presentado al atún en diversas variedades. La primera,
como tartar con aguacate sobre una tostada crujiente, embelesadora combinación
que hace las veces de primer plato.
El
atún forma equipo con otros ahumados, salmón y anchoas, en una alternativa para
compartir. Luego es bueno tener una jarra de agua para paliar la sed.
En
escabeche, y ligeramente encebollado, con papas
arrugás y sobre un charquito de aceite de oliva, es la tercera modalidad.
Sólo
me falta a la plancha. Seguiré
buscándolo. Quizá en La Restinga, el puerto a donde llegan las capturas.
Con
queso, pan y vino se anda el camino, dice el refrán. Y en El Hierro, como en
las otras islas, el queso es excelente. La oferta es amplia y exquisita. Por
eso pido una variedad de los mismos.
El
tierno y ligeramente ahumado penetra con suavidad en la boca y hace las
delicias del paladar. Otro más curado y en triángulos sabrosos es el tránsito
adecuado para otro curado que explota.
El
vino, de la tierra, aturde con su fuerza.
Y el
pan, variado, que me ofrece Antonio, completa un menú sencillo pero pleno.
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