Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Cuando los mitos se asoman al mar 3. Positano o la geometría imposible I


 

Aquel paisaje abrupto y primitivo nos ofreció el mejor exponente de los pueblos que se derramaban por las montañas formando geometrías imposibles. Su aspecto compacto gozaba algo de engaño, algo que se escapaba al ojo humano que buscaba una lógica imposible.

Lo que era imposible era aparcar. Al desviarnos desde la carretera se sucedieron las calles estrechas y en cuesta con unas vistas subyugantes. Había que desprenderse del coche y caminar para empaparse de esas vistas que aglutinaban la montaña y el mar con el eje del pueblo. Así era Positano.

Las casas miraban al mar como girasoles de ladrillo y se incrustaban en la roca o mantenían sugerentes equilibrios al otro lado de la calle. El conjunto era espectacular. Un pliegue de la montaña introducía el pueblo hacia el interior. El barranco no había impedido que se instalaran casas de dos alturas de colores cálidos, mediterráneos, colores gozadores que ayudaban a disfrutar de la vida.



Era tarde para comer pero encontramos el lugar ideal para reponer fuerzas mirando al mar. Il Capitano ofrecía una terraza sobre las aguas azules y el pueblo que permitía resumir los encantos de Positano acompañados de canciones napolitanas, una buena cerveza y unas saludables ensaladas condimentadas con la placidez de los barcos estáticos punteando el mar. Desde esa terraza éramos dominadores, vigías de nuestro primer regalo del día. El sol obligaba a buscar la sombra.

El placer de la playa era secundario. Una pequeña cala de arena, donde desembocaba el barranco permitiendo un hueco en el acantilado, era un ejemplo de orden con sus sombrillas alineadas y solitarias. Una playa muy fotogénica que quizá te recuerde a alguna película.

La referencia del conjunto en la zona más cercana al mar era la iglesia con su cúpula de mayólica que brillaba con el sol. En la parte alta campeaba otra iglesia con un campanario puntiagudo que bien podría ser una señal o un millario religioso.

Lo que nos llamó la atención en el entorno de Positano fue la abundancia de belenes en las concavidades del abrigo rocoso, como cuevas abiertas. Nápoles era el origen de la tradición de los pesebres pero no nos imaginábamos esas representaciones en septiembre y al aire libre, expuestas a los elementos o a los ladrones. Quizá ninguno se atreviera por la ira de los dioses y el maleficio que caería sobre los criminales.

0 comments:

Publicar un comentario